Para poder analizar este defecto con sus desastrosas consecuencias, no hay más remedio que hacer una autopsia social muy desagradable, sacando a relucir toda la podredumbre sobre la que se sustenta. Por tanto, voy a hacer la misma advertencia que hacen en la tele las pocas veces que sacan alguna realidad sin haber pasado previamente por el filtro edulcorante y de maquillaje: este post puede herir la sensiblería (que no sensibilidad) de las personas débiles, pusilánimes y la de los bebés amamantados con el “pensamiento políticamente correcto” que todavía no hayan sido destetados.
La debilidad no es un defecto atávico como los demás. Ni los hombres ni las mujeres, ni siquiera los niños de la edad de piedra, eran débiles de espíritu, pues se hubieran extinguido. En cambio, nuestros ancestros ya compartían con nosotros la mayoría de los defectos humanos de hoy en día: miedo, egoísmo, orgullo, avaricia, superstición, etc. Por tanto, la debilidad en la etapa adulta de los seres humanos ha sido implantada artificialmente.
La debilidad y la fragilidad son cualidades que poseen casi todas las criaturas en sus primeros días de vida y están diseñadas como reclamo del instinto maternal para ser protegidas y sobrevivir al arriesgado periodo de la infancia. A medida que las crías van creciendo, sus progenitores van recortando progresivamente su ayuda, hasta el momento en que alcanzan las aptitudes para buscarse la vida. A partir de ese momento, los padres cortan los vínculos y los vástagos tienen que buscarse el sustento por sí mismos. No hacerlo así y dar una sobreprotección supondría cercenar las posibilidades de supervivencia de la especie con graves consecuencias a largo plazo.
Todavía me acuerdo de cuando era un niño, cuando la mayoría de padres educaban a sus hijos. Hoy en día el verbo educar ha sido canjeado por el de abastecer. La verdadera educación sólo puede estar basada en la transmisión de una escala de valores y prioridades, y, mientras el niño no tiene la facultad de razonar con lógica y la experiencia para aplicar ese razonamiento, la única solución es prohibirle las cosas que inmediatamente o en el futuro le van a hacer daño y arruinarán su vida.
Unos padres que de verdad quieren a sus hijos les conceden pocos caprichos, pues les importa más que su hijo sea feliz el resto de su vida, que el que reciba una satisfacción efímera con la consecución de unos caprichos, mientras arruina su salud y su vida posterior.
La instauración de la debilidad en la especie humana
He dicho varias veces que los amos del mundo no son muy listos, pero sería una temeridad pensar que son tontos. Sus padres les dejaron escrito lo que tienen que hacer en una libreta de anillas, y como dominar a unos seres repletos de defectos es tan fácil, lo van logrando sin mucho esfuerzo.
No tengo ni idea del número de amos que hay en el mundo, pero creo que los dueños de nuestras vidas y haciendas cabrían todos en un autobús. Si comparamos esa cifra contra unos 6.000 millones de súbditos que disponen de manos para apedrearlos a ellos y a sus sicarios, está claro que están en una clara desventaja. Para equilibrar la balanza necesitan nuestra debilidad, sobre todo, la moral y la anímica. No es de extrañar que se hayan dedicado a imbuir la debilidad física y mental a la especie humana para evitar la rebelión en la granja.
La meta más importante a conseguir cuando se implanta la debilidad en el pueblo es la pérdida de su dignidad como seres humanos. Una persona con dignidad y que se respeta a sí misma soporta mal que se burlen en su cara mientras le roban sus bienes y destrozan su vida y la de su familia.
Fabricar una humanidad débil, dependiente, enfermiza, sin criterio ni voluntad, que practique la genuflexión con rapidez y que venda a su madre por dinero, es fácil, sólo hay que azuzar al resto de defectos que sí lleva de serie desde que nace: la pereza, la ambición desmedida y sin saber para qué, el ansia de pequeñas parcelas de poder, la soberbia, la envidia y el resto de venenos que intoxican la mente humana.
Hace menos de 100 años, a los jóvenes se les hablaba de sus obligaciones; los escasos derechos tenían que ganarlos o merecerlos. Con el nuevo plan de convertirlos en peleles, todo el mundo les recita sus derechos. Las obligaciones no se mencionan, pues se considera de mal gusto abordar un tema tan escabroso. Pintarles un mundo de color de rosa en el que conseguirán todos sus deseos a cambio de nada está bien para los cuentos infantiles con final feliz. Estos cuentos son adecuados hasta los cuatro años, para que los niños no se traumaticen al tropezar con la realidad que se les viene encima, pero contar esas historias a chavales a los que ya les ha salido vello en los genitales es la manera más segura de destrozar su vida y llevarlos directos al degolladero.
Ningún área de la actividad humana se ha librado de que le hayan socavado sus cimientos. Repasaremos algunas de las muchas maneras con las que se ha inoculado este virus debilitante en la especie humana. Después de estos brotes primarios tan bien planificados, la transmisión posterior ha corrido a cargo del potentísimo “pensamiento políticamente correcto”. La debilidad de los mismos padres ha sido contagiada a sus hijos cuyas vidas han sido sacrificadas en este bárbaro ritual.
Primer paso: debilitar la salud del cuerpo físico
La manera más segura de conseguir un pelele es procurar que no se responsabilice de nada respecto de su vida: salud, dinero, educación de sus hijos, organización social, etc. La mayor diferencia entre un niño de dos años y un adulto es que el niño no es responsable de nada. Los jóvenes educados con cuentos de hadas sienten un impulso muy fuerte de quedarse siendo niños para siempre y no tener que asumir responsabilidades. Es muy agradable permanecer en el confortable útero materno para siempre y esperar que los demás tomen decisiones y le provean de todas tus necesidades.
Los políticos que saben lo que la gente quiere oír prometen el paraíso a cambio de nada si delegan en ellos, y, a pesar de que todos saben que nunca cumplen las promesas, los votan de todas formas, no porque crean que esta vez cumplirán lo que han dicho, sino porque les han brindado una excusa perfecta para no responsabilizarse por nada. Éste es el mantra que repiten los votantes: el gobierno ya hará lo que tenga que hacer para que yo viva como un rey sin trabajar, que para eso tengo mis derechos y le he votado. Como es natural, los políticos hacen lo que deben hacer para vivir ellos como reyes, hipotecando el futuro del país hasta que reviente.
Pasteur: la primera jugada maestra
Para conseguir que la gente no se responsabilizara de su salud, se utilizó una marioneta llamada Pasteur. El poder establecido de su época le ayudó a plagiar y tergiversar a sus contemporáneos. Luego, el poder miró hacia otro lado, mientras Pasteur hacia trampas en sus solitarios para demostrar sus absurdas teorías. No había más remedio que seguir por el camino de achacar las enfermedades a los agentes externos, era el único camino para que la gente pudiera enfermar sin sentirse responsable en ningún momento de su enfermedad (todavía hoy en día, cuando la gente enferma dice: me ha tocado a mí. Él no se siente responsable, ha sido cuestión de mala suerte). De esa manera nació la guerra contra los microbios, en la que el paciente no tiene ni idea de la verdadera causa de su enfermedad, y, por lo tanto, nunca podrá tomar las riendas de su salud. Queda a merced de los expertos, y esa dependencia lo hace débil y vulnerable. De eso se trata.
En su lecho de muerte Pasteur admitió su gran error con estas palabras: “el microbio no es nada, el terreno lo es todo”. Pero la máquina de fabricar enclenques dependientes ya estaba en marcha y nadie la podía parar. La industria se ocupó de que la única verdad que dijo Pasteur en toda su vida no tuviera difusión y se abrió la puerta a los Jinetes del Apocalipsis. He comprobado personalmente que esta frase es verdadera, pues en los últimos 40 años nunca me he resfriado, no he pasado ninguna gripe ni se me ha infectado ninguna herida, pues “el terreno” del que habló Pasteur, que son mis fluidos internos, tienen un pH alcalino, y ese no es el terreno adecuado para la proliferación de virus y bacterias. Apenas tocan ese pH, quedan desactivados. En el agua de mar tampoco es posible una proliferación bacteriana patógena, precisamente porque tiene un pH de 8.2
Cuando sale este tema de conversación siempre me gusta contar la siguiente anécdota:
Un día estaba Lord Lister dirigiéndose a un grupo de graduados del King’s College Hospital y, sosteniendo un tubo de ensayo, declaró que éste contenía suficiente fiebre tifoidea para matar a todo Londres. Ante lo cual, un viejo médico rural vestido en tweed se abalanzó hacia el pasillo, tomó el tubo de ensayo y se bebió el contenido; luego murmuró “qué estupidez” y regresó a su asiento. Al día siguiente el hombre bajó a desayunar y disfrutó de la comida… y vivió muchos años.
Si la teoría del germen estuviera fundada en hechos reales, no habría ningún ser vivo para leer este escrito
Debilitar a los niños desde la concepción
Durante siglos los hombres han abusado de todos los vicios que destrozan la salud: tabaco, alcohol, drogas, etc., pero la mayoría de las mujeres quedaban al margen de estos desmanes. Posiblemente sus instintos les hacían rechazar esas cosas antinaturales para preservar su cuerpo, que estaba destinado a albergar a sus hijos y transmitir una buena constitución genética. Los amos aprovecharon los defectos de las mujeres para terminar con esa reserva genética sana y conseguir que los niños fueran intoxicados por drogas y productos químicos desde la placenta.
La propuesta era sencilla: las mujeres tenían que ser iguales a los hombres, pero no copiando las escasas virtudes de los varones, sino imitando y superándolos en sus múltiples defectos. Por si esto no fuera suficiente, las vacunas se encargarían de destrozar y volver loco el sistema inmunitario de los recién nacidos. No había que dejar cabos sueltos. Que la mayoría de los lectores piensen que lo que acaban de leer sobre las vacunas está rayando en el delito demuestra lo bien implantados que están los recursos de acoso y derribo de los seres humanos sanos, fuertes y con dignidad.
Cómo se convenció a las mujeres para que fumaran
Hasta 1929 una mujer fumando en público estaba mal visto, los cigarrillos representaban un símbolo del poder masculino.
Lucky Strike aprovechó esta situación y lanzó la campaña “antorchas de la libertad” estrenada el 1 de abril de 1929. Propuso a la masa femenina un desafío al poder masculino. Con una lista de debutantes facilitada por el editor de la revista “Vogue”, lanzó la idea de que encender cigarrillos y tabaco en algunos lugares públicos como la Quinta Avenida podría contribuir a la expansión de los derechos de la mujer. Por supuesto, la prensa fue advertida de antemano y no pudo resistirse a la historia. El “Desfile de Antorchas de la Libertad” fue cubierto no sólo por los periódicos locales, sino también por los periódicos nacionales e internacionales. Por supuesto, las mujeres no fueron más libres por la mera acción de fumar, pero el hecho de haber vinculado los cigarrillos con los derechos femeninos fomentó un sentimiento de independencia (con su consecuente resultado millonario para la American Tobacco Company). Según los publicistas, fue la primera campaña de la historia en la que en vez de vender un producto, se vendió un concepto o eslogan, en este caso la liberación de la mujer.
Personalmente siempre he dicho que nadie se ha liberado jamás de nada cargándose de cadenas, y cualquier droga es una cadena. Todas las drogas al principio funcionan como un trampolín, pero ineludiblemente se convierten en una trampa.
Ventajas (para los amos) de la debilidad en los participantes de los mercados
Les interesa que la gente no se responsabilice de su dinero, que asista impasible a los bailes de precios del AIAF, y que incluso crea que debe estar todo correcto, pues de otra forma intervendría la CNMV,que por cierto no ha contestado ninguna de nuestras cartas.
La gente es conveniente que sea perezosa, que no se encuentre con ánimo para hacer valer sus derechos, y que siga votando a los de siempre con la esperanza de que el siguiente lo arreglará. Debe creer a pies juntillas que la MIFID le protege de los indeseables y que los casos de corrupción son casos aislados que no se repetirán.
Los inversores siempre deben sentirse inferiores a los expertos a los que deben delegar la gestión de su dinero. El súbdito perfecto es el que delega todas sus responsabilidades en las autoridades que los amos han dispuesto al efecto para cada tema. Los expertos ya lo mantendrán débil y desinformado.
Los cuentos de hadas también causan estragos en los participantes en los mercados. Los damnificados por los cuentos empiezan a operar creyendo que dicha actividad siempre tiene un final feliz y no se molestan en planificar una estrategia que les otorgue alguna posibilidad de éxito. Su debilidad los convierte en víctimas perfectas para dar contrapartida a los amos en el momento menos oportuno.
Alguien pusilánime acepta sin pestañear cualquier dogma de fe, y no sólo eso sino que lo defiende con todas sus fuerzas, aunque nunca lo haya comprobado. Como no se respeta a sí mismo, necesita una autoridad a la que aferrarse para sentirse seguro. No hay nada más peligroso que un ignorante fanático bienintencionado.
Conclusión: Alguien que no se siente capaz de ser autosuficiente nunca atacará una estructura de poder que piensa que va a necesitar en el futuro. La mayor ventaja de la debilidad (para los amos) es que genera dependencia, y alguien que depende no se puede rebelar.
Fuente: Blog de Francisco Linares