En la sociedad actual confundimos superarSE con superar “a otros”.
Me gusta hablar de superación personal cuando nos superamos a nosotros mismos sin necesidad de medirnos con el otro, cuando conseguimos dar esos pequeños pasos en la vida que nos acercan a ser un poco más felices, a resolver esos problemas que antes nos suponían “un mundo”, a vencer ese miedo que nos impedía alcanzar nuestras metas personales y profesionales.
La superación tiene que ver con el esfuerzo, con la capacidad de autodisciplina, la capacidad de planificar metas y objetivos concretos. Tiene que ver con la capacidad de centrarnos en los aspectos positivos de la realidad sin desatender esa realidad, pisando el suelo, tiene que ver con la responsabilidad y la perseverancia, con el autocontrol emocional, con saber encontrase en el presente y disfrutar el éxito del proceso contextualizándolo en un momento y lugar, sin dejar de proyectarse en el futuro. Tiene que ver con aceptar pero no con resignarse.
Si no hay disfrute y placer la superación pierde todo sentido”
Tiene que ver con vivir los sueños y creer en su posibilidad, con conocerse y contactar con las propias emociones y deseos y, sobre todo, tiene que ver con disfrutar. Si no hay disfrute y placer la superación pierde todo sentido.
Me produce tristeza contactar con personas que no han tenido la oportunidad de demostrarse a sí mismas sus posibilidades o cuyas circunstancias, muchas veces duras social o personalmente, las han hecho perder esos sueños por el camino. Pero su afán de logro y superación está ahí, resguardado, protegido, dormido.
La superación es una motivación humana innata. Cualquier persona necesita estimulación y movimiento, novedades y percepción de autoeficacia. Conseguir estos logros provoca una de las mayores expresiones de la alegría: el orgullo y no lograrlo conlleva frustración, rabia e inseguridad. Podemos imaginar fácilmente a un niño pequeño queriendo construir una torre que se le cae, se enfada pero persiste en el intento y se acerca cada vez más a su objetivo, al lograrlo disfrutamos de una fiesta que compartimos todos.
Raquel López Vergara