Famosa frase si las hay. Se aplica mucho.
¿No te pasa que hay días en los que tenés ganas de hacer muchas cosas?
A mi me pasa seguido, será porque tengo muchos hobbies o cosas para hacer. Tal es así que ni bien me levanto mi pensamiento dictamina:
"Me pongo a trabajar, después tipo 5 de la tarde puedo ponerme a practicar canto, después seguir leyendo el libro, después tocar un poco la guitarra, después hacer la tarea de inglés y a la noche jugar una partida de ajedrez en Yahoo. Y si tengo algo de tiempo en el medio hacer un poco de ejercicio que nunca está de más"
Por supuesto que al final del día termino exhausto, y una de las razones es que todo esto es un poco forzado. Pienso más en las cosas que debería hacer en vez de disfrutar cada una al máximo. Esto es porque una de las creencias que tengo es que el día hay que aprovecharlo, y por ende hacer lo máximo posible de cosas que a uno le guste.
El tema es que acá hay dos detalles. Una es que cantidad no equivale a calidad. Hacer más cosas va en detrimento de cuanto puedo disfrutar cada una de ellas.
La otra es el tema de que mencioné casi todas actividades solitarias, que uno puede considerar que está siendo productivo y realizado.
Pero la verdad es que muchas veces esto me genera ansiedad y ya al finalizar la semana terminaba agotado por toda la autoexigencia impuesta.
La búsqueda de la solución
Empecé a asignar un tiempo a la dulce conquista de no hacer nada. De 10 a 30 minutos diarios me dedico a hacer nada en el sentido de:
liberarme de que estoy haciendo algo productivo
meditar
contemplar
no hacer nada
La cuestión es relajarse y no sentir presiones externes o auto-impuestas para hacer cosas.
¿Cómo no sentirme culpable?
Simplemente empezando a creer que en realidad estoy cuando no hago nada en realidad estoy “haciendo mucho” ya que es terapéutico y lo veo como una inversión en mi propia salud mental.
Cada persona puede dedica este “no hacer nada” a lo que prefiera, desde ver la tele, leer un libro o escuchar música, hasta ordenar la habitación, dar un paseo, ir al cine, o acudir la peluquería: la cuestión es relajarse, estar de la manera más tranquila posible.
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