Para hacer bien el amor hay que venir al sur (aunque yo creo que no)No se me va a ocurrir decir -pese a los insistentes ataques generados en su campaña electoral a nuestra maltrecha España-, que somos más sofisticados que nuestros vecinos los galos. Una nación en la que en vez de pistolas tienen baguettes, inventaron el foie, alumbraron a Melanie Laurent y para pronunciar todas las palabras de su diccionario tienes que poner la boca como si dijeras "Kukusumushu" es una nación que merece gobernar el mundo. Pero tiene una pega: En Francia no se ama igual de bien que aquí.
Y eso que toda la herencia cultural que hemos aprendido desde pequeños dice lo contrario: los besos de tornillo son de allí, el sexo no convencional pasa por ser francés. Maldita sea: Brigitte Bardot, Catherine Deneuve, Jean Seberg, Anna Karina y toda la chanson (si hasta inventaron un género musical en el que parece que mantienen relaciones sexuales mientras te susurran para poder desfogarse también en campo abierto) tienen acento amanerado, pero aún así, nada. Y es que hay un dato que nos cuenta que todo en lo que creíamos está equivocado: el 79% de los franceses afincados en España (que van ya por 200.000) opina que es más fácil encontrar pareja en España que en Francia. Que somos más fogosos, que nuestra mediterraneidad alcanza mayor desarrollo aquí que allí. Así lo explica una encuesta realizada a 350 sujetos por parte de
www.lecourrier.es. Esto nos desvela varios axiomas y reflexiones a tener en cuenta:
1. Que ninguno de los franceses encuestados vive en Bilbao: y es que (que me aspen), pero el pasado fin de semana observé en directo por primera vez cómo los bilbaínos entran a las bilbaínas. Para muestra un botón* de mediana edad que acechaba a TODAS las chicas de un bar del casco viejo y que en vez de presentarse diciendo: “Hola, ¿qué tal? Soy Pakito”, las cogía de los hombros desde atrás y empezaba a trotar muy fuerte, elevando las rodillas casi a la altura de su pecho, pero no en una metáfora de lo que sería un coito impersonal, sino para demostrar, creo, que estaba en forma. Ellas (TODAS), nerviosas, miraban de soslayo hacia atrás y sonreían perplejamente. Mala suerte, porque el zagal tomaba esto como una señal positiva y seguía ejercitándose a máximo rendimiento hasta que le salían agujetas y se bebía un red bull. Ni que decir tiene que acabo solo, triste e incomprendido.
*Y cuando digo botón es que el señor se parecía mucho a un botón.
2. Que ninguno de los franceses encuestados vive en mi barrio: y es que yo, que vivo en el centro de Madrid, zona de modern@s pues, soy amante de las gafas de pasta, de las faldas con pantalón por debajo, del grupo Meteosat, los libros de Cormac McCarthy, las cañitas en Los Hermanos Campa, los tallarines del chino donde comen los chinos, las películas checas tristes en versión original y las puestas de sol en el templo de Debod, rara vez consigo establecer escaramuza sexual alguna, y eso que me he hinchado a pagar fantas. Si es que hasta de piña y sin gas he pagado alguna. Mi problema -me lo han dicho muchas amigas (estas encuestadas por mí, en vez de por el prestigioso Le Courrier)- es que enrollo con una y ya la llamo "novia" y "cuqui" en lo que viene a ser una técnica tedmosbyana de libro que, por lo visto, repele a las hipsters. La liberación de la mujer pasaba por tratar a los hombres como si fueran objetos y a los objetos como si fueran hombres, parece ser.
3. O es que a lo mejor todos los franceses encuestados viven en mi barrio y me roban las presas porque saben idiomas, porque de verdad que mi abuela dice que soy muy alto y que no entiende que no pille más.
Yo tampoco, abuela.
Un beso de tu nieto que te quiere.
Fuente:
http://www.revistagq.com/articulos/para-hacer-bien-el-amor-hay-que-venir-al-sur-aunque-yo-creo-que-no/16574