Cuando la mujer alcanza su madurez y deja de manifestar la semilla en forma de sangre, toda esa fuerza de vida queda dentro de ella misma, en este momento de su ciclo alcanza su mayor fuerza y sabiduría y se convierte en "abuela", en una mujer sabía que nutre a su familia, a su comunidad. Si la mujer durante su juventud no se ha honrado a si misma corre el riesgo de entrar en esta etapa falta de entendimiento y comprensión de quien es, llevándola a sentir el síndrome del "nido vacío".
Encontrar un sentido mayor a nuestra existencia es necesario, la falta de alegría de vivir nos lleva a la depresión y nos desconecta de la propia vida. Todos ocupamos un lugar dentro de la creación, los ciclos nos obligan a evolucionar para poder adaptarnos a los cambios naturales. La belleza no es patrimonio de la juventud, la belleza es brillar en lo que uno es en cada momento.
En la MENOPAUSIA, la mujer entraba en LA POSADA DE LA SABIDURÍA, donde la sangre retenida en su cuerpo la dotaba de poder mágico y capacidad de consejo y guía para toda la tribu.
Las mujeres que acaban su servicio como madres potenciales, es decir, LAS ABUELAS, también necesitan un rito que les ayude a comprender la sabiduría de los años, es necesario que honremos a las personas maduras.
Nuestras más remotas ancestras: chamanas, curanderas y brujas, conectaban con la divinidad cuando " Menstruaban en la tierra". A cambio la madre Tierra, les revelaba las propiedades y medicinas de las plantas, así como las visiones y sueños que las guiaban y sanaban a ellas y a su comunidad. Ellas vienen a recordarnos el poder de la menstruación, y la importancia de sanar nuestra relación con ella. Para obtener el poder de sanarnos y sanar a la Madre Tierra. Podemos ofrecer nuestra sangre menstrual a la Tierra, para propiciar el despertar de la Diosa y de la Sacerdotisa, en el seno de cada mujer. La sangre menstrual es el poder de la mujer.
Fuente: Ivana Andrea Gómez