1. Rebota el comentario.
Enfréntate a las frases poco constructivas como si no entendieras las palabras que te dice. “Tu rendimiento está bajo cero”. ¿Qué entiendes por bajo cero? Y así con todo. Recoge la palabra que te ofende y añádela a frases como: “¿Qué quieres decir con...? ¿Qué significa...? ¿A qué te refieres con...?”. De este modo tu interlocutor se verá obligado a razonar su grandilocuente comentario (si puede). Mientras tanto, tú consigues ganar tiempo para discurrir sobre lo que está pasando y para pensar en cómo comportarte.
2.Ignora el ataque.
Permanece muda y responde con el lenguaje corporal. Para ello, después del comentario que te ha herido, mira a tu agresor con los ojos muy abiertos, como si tuvieras delante a un extraterrestre. No pronuncies ni una palabra. Luego, puedes sonreírle sabiamente como si hubieses tenido una iluminación o hubieras encontrado las respuestas a ¿de dónde venimos? y ¿adónde vamos?. Entonces, respira hondo y no gastes más energías. Continúa con lo que estabas haciendo.
3. Responde con brevedad para cortar la conversación.
Para ser perspicaz no hace falta más que unas pocas sílabas. Es suficiente un sencillo: “¡No me digas!”, “aah”, “ya veo”, “vaya, vaya”, para anular un ataque sin grandes esfuerzos. Nada más. Con eso puedes desmontar una frase insolente, pues demuestras la nimiedad del ataque, que no vale la pena perder más palabras, no le das importancia. Además, dicho como tú sabes, puede sonar muy, pero que muy, cortante.
4. Confúndele con tu respuesta.
Existe un principio de comunicación sencillo: todo lo dicho tiene algún sentido. Así, cada vez que alguien te habla, tu cerebro busca automáticamente la lógica de las palabras para responder algo congruente. Pues bien, si contestas al ataque con una frase que está fuera de contexto (basta un refrán), desconcertarás a tu agresor. ¿Qué pasa si te pregunta por el sentido de tu frase? Anímale a que lo averigüe. Será suficiente con un “madúralo con tranquilidad” o “yo también he necesitado tiempo para averiguarlo. No te desanimes”.
5. Demuéstrale que el problema lo tiene él.
Nadie puede comunicar algo sin revelar una parte de sí mismo o de su estado de ánimo. Por tanto, no te concentres en qué dice, sino en cómo lo dice. Si contraatacas, demuestras que te has tomado en serio sus palabras. Mejor, hazle ver que es él quien tiene un problema personal. Dile algo así como: “Te veo muy alterado, cuando te calmes, hablamos”. Te servirá cualquier estado de ánimo: excitación, escepticismo, rechazo, etc.
6. Cambia de tema.
Desvía el ataque, habla sobre algo que no tenga nada que ver con lo que ha dicho. Cuanto más insustancial sea el tema, mejor. Cualquier asunto vale para efectuar el desvío. Quienes utilizan esta técnica recurren a temas corrientes que deseaban comentar o sobre los que pensaban últimamente. Así demuestras que sus palabras no te afectan. Renuncias a justificarte ya que no tienes por qué hacerlo. A cambio, dominas la conversación pues su comentario queda fuera de contexto.
http://callofduty4elmejorjuegobelicoxd.blogspot.com.ar/2010/05/aprender-ignorar-ataques-verbales.html