Personas maleducadas

La educación es la base de la convivencia en una sociedad, por ella establecemos una limitación a nuestros deseos o caprichos que es el respeto a los demás. Sin unas reglas de convivencia una sociedad no podría funcionar. La relación entre las personas se hace muy difícil cuando entran en acción las personas maleducadas.

1. Características de las personas maleducadas

Una de las características fundamentales de estas personas es la carencia de ciertos valores y virtudes, los cuales consideran ridículos e innecesarios, como son el respeto a los demás, la serenidad o la amabilidad.

En muchas ocasiones son personas con afán de protagonismo y un alto grado de egocentrismo, lo que les lleva a pisar a los demás si lo consideran necesario, creyendo que intimidándolos se ganarán su respeto.

Suelen ser soberbios y prepotentes, abusones y egoístas. Todos nos hemos encontrado alguna vez con un personaje de éstas características, que con su chulería y despotismo nos haya amargado el día.

2. Causas de la mala educación

Los niños desde pequeños imitan actitudes y comportamientos. Si en los círculos en los que se mueven no se respira un ambiente de respeto, difícilmente aprenderán a vivir con ciertos valores.

El desarrollo social de los niños se basa fundamentalmente en tres círculos: la familia, el colegio y su grupo de amistades. Los tres van a tener una influencia importante en el desarrollo de su personalidad y de su comportamiento en sociedad. Difícilmente una persona adquirirá buenos modales o tratará con respeto a los demás si en el ambiente en que su vida se desarrolla, estos conceptos no existen.

El entorno familiar es el primero que influye en la educación de los hijos, de tal manera que los niños aprenderán una serie de hábitos y conductas que influirán notablemente en su comportamiento social. El colegio debe servir para modelar y complementar, pero no puede sustituir a los padres.

La influencia de su grupo de amistades es también notable, especialmente a partir de la adolescencia, momento en que el papel de los padres y el entorno familiar pierden algo de fuerza.

Cada individuo tiene una manera de ser intrínseca a su persona, es lo que denominamos el carácter. Unos pueden ser más impulsivos o más nerviosos, otros más tranquilos y reflexivos, pero es el aprendizaje y la influencia de los entornos en los que viva lo que encauzará y modelará el comportamiento de cada uno en sociedad hacia una dirección u otra.


3. La mala educación en la sociedad actual

Hay algunos conceptos que se confunden a menudo por parte de mucha gente. En numerosas ocasiones hemos oído justificar comportamientos, exabruptos y salidas de tono de ciertos individuos alegando que son personas con "mucho carácter", cuando realmente sólo reflejan la falta de autocontrol y de respeto al prójimo.

También es frecuente que se confunda la sinceridad y naturalidad con la simple impertinencia. Muchas de estas personas que se jactan de echarle en cara los defectos a los demás, raramente reconocen los suyos.

En este sentido la influencia de algunos medios de comunicación y especialmente de la televisión es realmente nefasta. La guerra de audiencias y la necesidad de conseguir cuota de pantalla a cualquier precio ha hecho proliferar programas en que la diversión consiste en despedazar a los demás y en los que la capacidad de generar conflictos y situaciones desagradables, se convierte en un concepto positivo ya que consiguen aumentar la expectación, es decir, cuanto más "borde" seas, más éxito tendrás.

De hecho, algunos términos como cortesía o caballerosidad que eran hace algunas décadas, básicos en la formación de muchas personas, hoy en día se consideran en muchos ámbitos como simplemente obsoletos.

El estrés en el trabajo y, en general, en la vida en las ciudades no ayuda a recuperar aquellos conceptos. Un ejemplo de esto lo tenemos en la conducción en las grandes ciudades, donde la gente pierde los nervios con facilidad y vemos una conducción agresiva, malos gestos y continuas salidas de tono.

Pero el desahogo indiscriminado del estrés y las frustraciones que dan origen a estos comportamientos lamentables se reproducen en muchas facetas de la vida. Los espectáculos deportivos y, especialmente los partidos de fútbol, son otro escenario donde se reproducen continuamente manifestaciones de mala educación, los insultos y gritos a los árbitros y jugadores rivales. Se observan con total normalidad y siempre que no desemboquen en violencia, se perciben incluso como un derecho del espectador que ha pagado su entrada.

Dª. Trinidad Aparicio Pérez