¿Has tenido alguna vez la impresión de que estás marchando sin rumbo en tu trayectoria personal? ¿No te ha sucedido que vuelve a surgir un problema que habías pensado que ya estaba resuelto?
Cuando somos niños y nos atrevemos a ser nosotros mismos, alteramos el mundo de los adultos o el de los que están cerca de nosotros. Y de ello deducimos que no es bueno ni correcto ser naturales. El niño que actúa naturalmente, que es equilibrado y que tiene el derecho a Ser él mismo no pasa por este tipo de crisis. Por desgracia, este tipo de niño «natural» casi no existe. Con objeto de reducir el dolor, el niño se resigna y termina por crearse una nueva personalidad para transformarse en lo que los demás quieren que sea, lo que crea un profundo sufrimiento en su Ser más interno.
Los problemas de orden físico, emocional o mental provienen de cinco heridas importantes:
- El rechazo
- El abandono
- La humillación
- La traición
- La injusticia
No necesariamente tenemos las cinco heridas. Con humildad y sinceridad cada cual puede reconocer sus heridas. Reconocer nuestra limitación humana es el primer paso en el proceso de sanación. Si nos cuesta identificar nuestras heridas es porque nos ocultamos tras una máscara, que se construyó para no verla ni sentirla.
No aceptar nuestra herida, sentirnos culpables, con vergüenza o juzgarnos, es atraer circunstancias y personas que nos harán sentir esa herida no aceptada. Aceptar la herida no significa que sea nuestra preferencia tenerla; significa que nos permitimos experimentar esa herida sin juzgarnos y aprender de la experiencia.
Todos tenemos la misma misión al llegar a este planeta: «vivir las experiencias una y otra vez hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas».
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