«No sé por qué, pero me gusta.» Esta expresión tan frecuentemente utilizada contiene todo lo que muchas personas saben sobre sus propios gustos sexuales. Es decir, nada o casi nada.
Sí, es cierto que existen una serie de factores a los que casi siempre recurrimos cuando queremos expresar por qué alguien nos resulta atractivo: «Es que tiene unos ojos preciosos» o «Es que es tan simpático...», factores que toman a menudo un cariz más abiertamente erótico; pero difícilmente conocemos la base de esta atracción, porque nos resulta prácticamente imposible analizar la inmensa cantidad de datos que nuestro cerebro ha procesado para llegar a la conclusión de que aquel chico que nos presentaron ayer, sencillamente, nos gusta.
Está claro que el cerebro no sólo se ha valido de datos del instante, sino que ha echado mano de todos sus circuitos de memoria. Ha evaluado todas nuestras experiencias anteriores, ha comparado el objeto de atracción con los patrones establecidos en nuestra sociedad, ha revisado nuestro propio orden de valores y lo ha enfrentado a las cualidades y defectos de la otra persona y, por fin, se ha detenido a examinar nuestras expectativas y posibilidades para terminar enviándonos el mensaje «O.K».
Por suerte para nosotros, no somos conscientes de este complejo proceso. Sería verdaderamente molesto. Pero no deja de ser interesante aislar y estudiar todos estos datos para ver cómo afectan a las preferencias de cada individuo.
Factores de atracción
En las sociedades humanas, el aspecto físico desempeña un papel muy importante en el atractivo sexual. Una característica común a todas las culturas estudiadas es el hecho de que la atracción sexual esté basada, al menos en gran parte, en las características corporales externas. Lo que varía en gran manera de unas sociedades a otras es cuál o cuáles de estas características son consideradas como atractivas.
De hecho, es difícil hallar factores tanto atractivos como repulsivos que sean comunes a todas las sociedades humanas. La causa de que se haya destacado como físicamente atractivo un determinado atributo y no otro es un misterio que aún no hemos acabado de descifrar.
Parece evidente que, como en otras características humanas, estamos ante el resultado de una compleja interacción de la genética y los determinantes ambientales.
© Biblioteca práctica de autoayuda. Vol. Disfrutar de la sexualidad Publicado el 16/07/2010