Las personas, a través de cualquier proceso de superación personal pretenden alcanzar tres metas : crecimiento personal, lograr objetivos y, ser feliz por encima de todo.
El crecimiento personal es la sensación íntima de mejora en cualquier aspecto, de conseguir alcanzar las metas, y de haber sido capaz de conseguir el dominio de la voluntad sobre algún tema y un nivel de consciencia alto sobre el mismo, al tiempo que se incrementa el bagaje de disfrute, de conocimiento, de maestría o de resistencia en el área de que se trate.
Cuando pasa lo comentado, el individuo tiende a valorar los resultados de manera muy importante en cualquier circunstancia, pero si eran buscados y la constancia del esfuerzo se encontraba detrás, es decir, si había causalidad más que casualidad, entramos de lleno en el territorio de la superación personal.
El logro de objetivos como regulador de actividad y clave del éxito es una parte fundamental del proceso. Es más, se trata de la única manera de medir los avances de un modo objetivo y que alcance el reconocimiento externo. También un punto básico que refuerza el ánimo del iniciado en estas lides y que sólo nos es indiferente en un estado elevado de madurez y crecimiento personal. Lo normal es que necesitamos tener la sensación de que cada escalón subido, en la tarea de llegar más alto, se pisa con fuerza, y eso es algo que se nos hace evidente a todos por nuestra propia condición humana.
Por tanto, ya que nuestra mente tiende a confeccionar ese registro de sucesos positivos como un termómetro del avance que pretendemos, pongámoselo fácil y creemos previamente un listado de pequeños saltos a considerar en el desarrollo de cualquier área.
Es así como, programando nuestros objetivos, también podemos decir que nos hallamos en un proceso de superación personal claro, ya que los determinamos voluntariamente y los diseccionamos para asegurarnos su consecución.
El sumatorio de las dos acciones expuestas, la íntima y la objetiva, conduce los vectores de nuestra vida hacia la felicidad. Ser feliz es el destino último de todos los radios convergentes, como decía el poeta. Ese estado de harmonía entre lo que se es y se tiene, por un lado, y lo que se quiere y se espera, por otro; es la búsqueda del Becerro de Oro, de la Arcadia, del Absoluto, de… ¡la felicidad! Y eso lo puede conseguir cada cual con la superación personal.
© 2013 José Manuel Sánchez Serrano - @JMSanchezSerran -
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