Esperas lo mejor de una situación y, por bien que te prepares también para lo peor, a veces llega la decepción y cuesta digerirla.
¿Cómo manejas esos momentos en los que las cosas salen justo como no quieres?
Los aceptas. Qué remedio… ¿Y qué crees que podría ayudarte a aceptar la decepción y seguir adelante?
Exploremos ideas:
1. Decepciónate… en su justa medida
Deja que la emoción repose. La decepción duele, pero una vez calmado estarás en condiciones de decidir si tu disgusto merece tanto sufrimiento o no lo merece.
Por ejemplo, ese novio que es la tercera vez que te engaña. ¿Merece la pena que te desgastes sufriendo una nueva decepción? Total, en el fondo sospechabas que iba a volver a hacerlo.
2. Reevalúa el resultado
Con la cabeza despejada, analiza la decepción. ¿Has obtenido menos de lo que esperabas? ¿Te ha servido de algo la experiencia?
Porque muchas veces nos decepcionamos por no haber llegado hasta arriba del todo, dejando de ver lo que sí hemos conseguido.
Querías que la báscula te dijera que has perdido dos kilos este mes y sólo has perdido uno. Te decepcionas… ¿Y dejas de alegrarte por ese kilo que ya has perdido?
3. Asume tu responsabilidad
¿Qué papel has jugado tú en ese resultado negativo?
Si es el caso, evita echarle la culpa a otros o a tu mala suerte y asume lo que hiciste mal o lo que dejaste de hacer. La finalidad no es que te eches tú toda la culpa, sino que aprendas para la próxima.
Un poquito de autocrítica no hace mal.
4. Quédate con lo útil
Lo útil es lo positivo: lo que has logrado y lo que has aprendido.
Te va a servir para volverlo a intentar aumentando las probabilidades de éxito (en caso de que la experiencia se preste a un nuevo intento y tú decidas emprenderlo).
5. Busca la manera de mejorar
La actitud positiva e intentarlo de nuevo quizás no basten para la próxima. Hay objetivos en los que necesitas explorar qué puntos débiles tienes para que puedas reforzarlos.
¿Ejemplo? Aprobar una materia determinada. Por mucho que te presentes al examen, no lo pasarás a menos que estudies lo que te falta.
Una vez más, evalúa la situación con los ánimos templados. Mírala objetivamente: ¿Qué fue mal? ¿Cómo se puede mejorar para la próxima?
Tomémoslo con calma. Tanto a ti como a mí nos esperan decepciones. Es lo que tiene ilusionarse con una situación o con un objetivo. Vale la pena esa expectación, desde luego.
Pero, si algo sale mal, después de desahogarnos y echar fuera la rabia o la tristeza, confío en que podamos retomar el equilibrio.
Claro que podemos. Podemos superar la decepción, reconstruir el panorama y seguir adelante. No lo dudes.
http://tusbuenosmomentos.com/2013/12/manejar-decepcion/