A pesar que las personas no comprendan por completo sus sueños, igualmente pueden apreciarlos.
Los sueños nunca pasaron desapercibidos.
Tuvieron a través de la historia, un carácter enigmático para el hombre.
Se hallaron distintas maneras de explicarlos: desde interpretaciones religiosas donde fueron entendidos como mensajes de los dioses, hasta consideraciones en las cuales eran entendidos como anunciantes del porvenir del sujeto. Los sueños tenían un mensaje para quien los soñaba.
Cumplen una función biológica, pero no se agotan en esto. Desde el psicoanálisis, Freud nos enseñó que los sueños están provistos de sentido.
Puede encontrarse una similitud entre el arte y el sueño: El sueño piensa predominantemente en imágenes. Además cuenta con la misma restricción de expresión que las artes plásticas. Es un modo de expresión arcaico.
De igual modo que una producción artística, los sueños se ofrecen como el lugar donde las personas proyectan su mundo interno. Aparecen como algo ajeno para el sujeto, y sin embargo se revelan como algo muy propio.
Podemos imaginar al soñante como director y guionista de una obra, de una película. Una película conformada por sus sueños, donde figura por medio de mecanismos inconcientes, partes de la trama de su vida, su dinámica pulsional, sus deseos, los conflictos reprimidos, lo no reconocido.
“No hay excepción alguna “(...) todo sueño versa sobre la persona que sueña”(1)
Fue un artista, Elbert Hubbard quien observó que “Cuando un artista pinta un retrato, en rigor pinta dos, el del modelo y el propio” y Alfred Tunnelle, (...) comentó “El artista no ve las cosas como son, sino como es él” (...)”(2)
El sueño saca a la luz lo reprimido. Realiza una figuración plástica de lo inconciente.
(1) S. Freud, La interpretación de los sueños, O. C., Tomo IV, Amorrortu Editores, Bs. As, 1996, p. 328.
(2) E. Hammer, Tests proyectivos gráficos, Cap. I, Editorial Paidós, Bs. As , 1997, p. 21.
Extracto del Artículo "El arte del Inconsciente"
Publicado en Revista Psicoanálisis y el Hospital nº 28 “Los Sueños”, noviembre 2005.