Por —Milagros Belgrano Rawson
Un viejo cliché sexista dice que las mujeres somos nuestras peores enemigas. Al igual que en las relaciones masculinas, también entre las mejores amigas hay rivalidad. El quid de la cuestión es cómo utilizar ese factor sin dañar esa amistad.
Nada más trillado que el adagio de que las “mujeres son sus peores enemigas”. La realidad es que la amistad femenina tiene más matices que lo que este axioma puede expresar. Así y todo, nosotras somos a veces culpables de replicar este comentario poco feliz y sexista cuando las cosas no marchan bien con una de nuestras mejores amigas y buscamos una explicación para este problema. Reclamos, celos, rivalidad…, los factores que pueden hacer tambalearse hasta la amistad más sólida entre dos mujeres no son insignificantes, como algunos hombres nos han hecho creer. Y, por supuesto, estos temas existen también en las relaciones entre los varones, aunque ellos piensen que la amistad masculina es más genuina y leal. “Es una apreciación machista y errónea que transmiten las mismas mujeres. Los hombres compiten, y más abiertamente que las mujeres: lo que ocurre es que en ellos la rivalidad está naturalizada y permitida. En cambio, si dos mujeres compiten, se las ve como malas amigas”, indica la psiquiatra argentina Graciela Moreschi, autora de De víctimas y simuladores. La competencia es propia del ser humano.
“Se compite con las personas más cercanas, hermanos o amigos, porque nos permiten comparar. El tema es qué hacemos con esa rivalidad. ¿Aplastamos a la contrincante o la usamos para estimular nuestro crecimiento?”. En el libro A Passion for Friends: Toward a Philosophy of Female Affection, Janice Raymond señala que muchas consideran que dar demasiada importancia a la amistad con otras “es algo adolescente”. Los hombres, en cambio, hacen de las relaciones amistosas algo sagrado que nadie puede quebrar. Esa concepción, que desafortunadamente goza de buena prensa, está muy presente entre las mismas mujeres, que con frecuencia viven sus relaciones con sus pares de forma culposa o conflictiva, sobre todo cuando una es más exitosa que la otra, ya sea en el amor, la familia, el trabajo, aspecto físico, etc. Tema femenino por excelencia, Vogue consulta a expertas en relaciones para echar algo de luz sobre esta cuestión clave para nuestra vida afectiva.
Quien haya tenido amigas íntimas sabe que esa unión sólo se genera entre mujeres.
Amistad es libertad”, sostiene la escritora italo-mexicana Francesca Gargallo. “Como los hombres, las mujeres pueden ser amigas entrañables de otras si se divierten con ellas, si están dispuestas a ayudarlas, a pasarse secretos, sin que haya a cambio una compensación prevista y normada por la cultura”, dice la autora y poeta. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando una de ellas se siente “traicionada” por la otra? “Tanto los varones como las mujeres traicionan a un amigo y las engañan con su pareja. No es privativo de ningún género”, dice Moreschi. “Pero es cierto que la mujer es la que mejor cura las heridas de otra. Somos más contenedoras y afectivas”, indica.
Varios formatos puede tener la amistad, y no hay normas que la limiten. “Como los varones, las mujeres entablan amistades con quien comparte sus placeres y quehaceres, desde la preparación de alimentos, hasta los grandes viajes. Habrá escritoras que serán amigas por una pasión común por un autor, madres que se volverán amigas en las puertas de los colegios. Personalmente, tengo amigas de cine, amigas políticas y amigas de trabajo. Existe la amistad a primera vista y otras que eclosionan tras años de conocimiento recíproco”, dice Gargallo. Y destaca que el cine, la televisión y la literatura han difundido el cliché de amigas “que se traicionan por la posesión de un hombre”. Coincide con ella Moreschi, que considera que se ha cultivado una imagen dual de mujer, la Santa y la Mala. “En ninguna cabe la amistad. La primera es más madre que amiga, la segunda es mala siempre”. Sostiene que aquellas que dicen que nunca tuvieron una amiga o que “todas le fallan” deberían revisar qué tipo de personas eligen o qué exigencias tienen. “Quizá pidan demasiado”, dice la terapeuta. Y destaca que lo que diferencia a la amistad masculina de la femenina es que “las mujeres tenemos inteligencia emocional. No solemos decir cosas hirientes, como cuando un varón dice al amigo ‘No juego contigo al tenis porque eres malísimo’. Si una dijera esto a su amiga, la crucificarían. En ese caso diría que no quiere jugar o que tiene una cita. No porque sea falsa, sino porque cuida la autoestima ajena. De todos modos, creo que quien ha tenido amigas íntimas sabe que esa complicidad, unión, afecto y efecto curativo sólo se da entre mujeres”.