Muchas veces decimos que aceptamos a nuestra pareja tal y como es pero demostramos todo lo contrario, pediendo constantemente que “cambie” su forma de pensar, de hacer las cosas, de su actitud y de su ser. Aun peor si pedimos que lo haga por amor.
Pero “cambiar” implica dejar de ser uno mismo, implica un sacrificio de nuestro ser. Sacrificarse no es otra cosa que ir en contra de uno mismo; e ir deliberadamente en contra de uno mismo no es otra cosa que no quererse. Donde hay un sacrificio de cambio no puede haber un amor autentico.
Ir repitiendo una y otra vez “tienes que ser de tal modo” o “de tal otro” es condenarnos a que uno de los dos termine sacrificando parte de quien es.
No hay nada de malo que la persona que nos quiere nos señale algo que no le agrada de nosotros, pero si ese “algo” le resulta insoportable, tendremos que empezar a pensar seriamente en que el vínculo que tenemos puede que no sea sostenible.
Por su puesto que uno puede querer crecer y mejorar, pero siempre debe ser de acuerdo a un deseo propio sin exigencias del afuera o como una manera de no perder el amor del otro. Hay que cuidarse de aquellos que pretenden juzgarnos según sus propios estándares y decirnos qué es lo que sentimos.
Solo tenemos dos opciones:
O aceptamos al otro tal y como es y pensamos cómo nos las arreglamos del mejor modo con eso,
O aceptamos que ese vínculo no es posible.
El sacrificio de “cambio” en nombre de querer siempre tiene el mismo fin …
Ir en contra de uno mismo produce resentimiento, porque aunque nosotros mismos nos hayamos ofrecido para el cambio en el fondo sabemos que lo hayamos hecho para no traicionar al otro y para no perder el amor. Y ese resentimiento tarde o temprano siempre acaba expresándose de algún modo …
O seguimos con la relación dejando de ser auténticos,
O huimos de esa relación deshaciendo todos los vínculos.
Y es que no vale la pena retener el amor disfrazándonos de algo que no somos para conseguirlo.
El único modo de querer bien a los demás es quererse también a uno mismo, sin dejar de ser auténtico y apartar la tentación de traicionarnos para obtener el amor de los otros.
“Un vínculo construido sobre la condición de que alguno de los dos cambie está, lamentablemente, destinado al fracaso.”
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