Apasionarse. Tener ilusión. Ser proactivo. No son solo expresiones vacías. Son la base para el éxito de cualquier acción que nos planteemos.
Son actitudes infalibles, que permiten enfocar cualquier cuestión con los ingredientes, sin los cuáles, sería muy difícil realizarla.
Estas cuestiones, que permiten condimentar nuestras acciones, facilitan que nuestro trabajo, nuestras relaciones, y sobre todo nuestra forma de enfocar el día, mejoren de entrada. Es como andar cuesta abajo. Nos permite realizar las cosas con menos esfuerzo, y utilizar nuestra energía en llevar a buen fin aquello que nos propongamos.
Tampoco se trata de entender cualquier cosa como un reto, sino como algo que quieres hacer.
Es importante fijarse en que una cosa es “tener” que hacer y la otra es “querer” hacer.
Ese pequeño detalle es el que cualifica a las personas proactivas, y es la prueba de que estás preparado.
Aquí también debemos hablar de la procrastinación, sobre la que debemos recordar que no podemos discriminar lo que vayamos a hacer solo porque nos apetece o no. Es importante plantearse las cosas en la medida de que se han de hacer, por lo tanto debemos preparar nuestra actitud para quererlo.
Por lo tanto, volvamos al título: tener pasión. Poner pasión en nuestro trabajo, en nuestra familia, con nuestros amigos, en nuestras aficiones,… todo se convierte en un camino cuesta abajo, en el que es más fácil circular.
Ilusionarse por la vida, ponerle pasión y aventurarnos a descubrir lo que nos depara el día, en el mismo momento en el que nos levantamos, nos hace la vida más fácil.
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