La definición de “insensato” es la de “aquél que carece de sensatez”.
Curiosamente, hace pocos días que descubrimos, que esta palabra ya se usa poco. Tan solo en películas de tono épico como “El Señor de los Anillos” o “Harry Potter”, donde son escasamente usadas pero, eso sí, por personajes de largas barbas que escenifican la sabiduría.
En todo aquello (de todo tipo) que ocurre a diario y rodea nuestras vidas, tal vez el ingrediente que le falta es la “sensatez”. Y el motivo no es otro, que estamos sin hacer pie en un océano de cosas, noticias, obligaciones… que nos obligan a actuar sin pensar demasiado. Llevados por esa necesidad vital de no ahogarnos.
La sensatez es una mezcla de “prudencia, buen juicio y sentido común”. Pero en nuestras decisiones por impulso, les falta siempre alguno de estos elementos.
Prudencia: es esa cualidad que consiste en actuar con reflexión y precaución para evitar posibles daños:
Buen juicio: saber distinguir entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso…
Sentido común: capacidad natural de grupos y comunidades, para operar desde un código simbólico compartido, que les permite percibir la realidad, o asignarle un sentido a personas, objetos o situaciones, que resulta obvio para el común de los integrantes de esa comunidad.
Ahora tan solo se trata de contrastarlo con la realidad y descubrimos que la sensatez, si ha de cumplir las tres reglas, es difícil si no tomamos el tiempo necesario para determinar cual es la opción mas sensata en cada momento… y eso es harto difícil visto el estilo de vida en el que navegamos.
En cualquier caso, reconozco que es una palabra en peligro de extinción visto lo visto.
Yo de todos modos, me he propuesto como deseo del año, incorporar la sensatez a mis actitudes.
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