¿Cómo podemos reconocer la falta de Inteligencia Emocional? Pues analizando qué es la I.E.
La I.E. está formada por las siguientes habilidades.
Autoconocimiento: Quien carece de I.E. no es capaz de interpretar, reconocer, canalizar y/o gestionar sus propias emociones. La base principal de la Inteligencia Emocional es poder reconocer, en el momento en que se producen, nuestras emociones. Cuando estoy cabizbajo, con poco ánimo para hacer las cosas, sin motivación para cambiar …. es probable que esté triste. En cambio, cuando me siento alterado, respiro con rapidez, me muevo con movimientos rápidos … lo más probable es que esté nervioso. El primer paso para gestionar las emociones es reconocerlas.
Autocontrol emocional: Una vez que somos capaces de reconocer en qué emoción nos encontramos, podemos pasar al segundo paso, que es el gestión o control de esta emoción. Si dejamos que esa emoción domine nuestra vida, que sea esa emoción la que determine nuestra conducta, nuestras reacciones y nuestras decisiones, estamos demostrando nuestra falta de inteligencia emocional. En cambio, el caso contrario sería, por ejemplo, si de pronto me embarga la tristeza, y soy consciente de ello, podré tomar una decisión sobre esa emoción. Podré preguntarme si me sirve para algo en ese momento estar triste, o si quiero estar triste. Si la respuesta es no, si yo No quiero estar triste, siendo Emocionalmente Inteligente, podré decidir dejar de estarlo, hacer los cambios adecuados para cambiar mi estado emocional, cambiando mis pensamientos que son los que, a fin de cuentas, originan mis sentimientos.
Automotivación: si somos conscientes de nuestras emociones, y sabemos como gestionarlas adecuadamente, también podemos aprender a ser capaces de gestionar la motivación interna. Marcarnos una meta, y reconocer que alcanzarla dependerá de nosotros, de nuestra motivación. De Movernos y de entrar en Acción. Una persona que no cuenta con la suficiente Inteligencia Emocional, es aquella que no reconoce que podrá llegar tan alto como se proponga, que para motivarse le basta con lo que se proponga conseguir por sí mismo y no piensa que solo mediante un aliciente externo (premio, compensación, reconocimiento) será capaz de lograr algo.
Empatía: otra de las habilidades sociales que conforman la Inteligencia Emocional es tener la capacidad de ponernos en el lugar del otro. De sentir empatía. Una persona que carece de Inteligencia Emocional probablemente tendrá dificultades para ponerse en el lugar del otro en una discusión, en un desacuerdo. Cada uno tenemos unos sentimientos y emociones, interpretamos los hechos de acuerdo a nuestra cultura, nuestra historia personal, familiar, nacional… pero ello no quita que , si somos Emocionalmente Inteligentes, seamos capaces de ponernos en el lugar de una persona de otra cultura, de otra nacionalidad, de otro sexo, con diferente historia personal a la nuestra y ser capaces de reconocer sus sentimientos y emociones en determinadas circunstancias. Quien carece de I.E. es quien dice: las cosas son como ya las digo, es imposible sentirlo de otra manera, es increíble que piensen o hagan eso…
Habilidad en las relaciones: Quien cuenta con una alta destreza en esta competencia de la I.E. es una persona con capacidad de liderazgo, un buen comunicador, una persona que ejercita la escucha activa, que sabe influir en los demás sin forzarlos, que dispone de la habilidad para manejar y resolver conflictos, sabe fomentar los lazos interpersonales, sabe catalizar los cambios y trabaja con soltura en equipo. Una persona que no cuenta con estas habilidades, es aquella que carece de la suficiente inteligencia emocional. Es aquella persona a quien los problemas siempre le superan, que en su trabajo tiene problemas con todos, que no se comunica, sino que utiliza el monólogo, es aquel que no sabe resolver conflictos y que no tolera los cambios. Una persona que quiere imponer por la fuerza su criterio, es una persona con falta de inteligencia emocional.
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