¿Cuál es el camino para llegar a Dios?
Si sientes una demanda espiritual o transpersonal, seguramente te ha surgido la necesidad de conocer cuál es el camino para llegar a Dios.Cuando intuimos la presencia de un ser superior que llamamos Dios —o Vida, o como queramos llamarle—, surge la necesidad de conocerle más o de acercarse a él.
La Espiritualidad es precisamente esto, conocer a Dios, orar, dar mayor sentido a nuestra vida percibiendo la existencia de esa Inteligencia suprema en todo lo sucede. Ser espiritual es honrar a la Vida.
Una vez que sentimos la necesidad espiritual de Comprender nos surge la pregunta de cómo llegar a Dios, de conocer cuál es el camino más eficaz para llegar a Dios.
Ahí están las religiones y las tantas técnicas creadas para conocer a Dios. Cada filosofía parece apuntar hacia un camino diferente para ver a Dios.
Antonio Blay nos indicó un camino, quizá el camino más directo para llegar a Dios, para entenderle y vivirle. Y también nos alertó acerca de algunas técnicas, algo necesario en estos tiempos que corren en los que cada año surgen nuevos “métodos maravillosos y rápidos” para ser más feliz, y con sus “maestros correspondientes”. A continuación, sus palabras.
La realidad es el Yo
El camino para llegar a Dios es ser realmente yo, lo más auténticamente yo, yo más libremente yo, lo más ingenuamente yo. Esa intuición que se tiene de alegría, de ligereza interior, de libertad; aquel momento en que uno va más allá de toda idea, de todo problema, de todo deber. Yo; vivir eso y estar ahí, y entrar ahí; en la medida en que estoy ahí, en que siento esto y lo mantengo, me convierto en una especie de niño, con un modo sencillo, simple, sin pretensión alguna, siendo simplemente aquello, aquello que, podríamos decir, canta en mi interior, siendo y permaneciendo aquello.
Es a través de ahí donde está el atajo para llegar a Dios. Siempre es a través de este Centro. Realizar a Dios ha de representar el ser más auténticamente yo y más auténticamente libre e incondicional que nunca, no estar supeditado a todo un esquema de obligaciones, de limitaciones, a un nuevo modo de hacer, de conducirme.
La liberación es dejar al margen las obligaciones e ir a lo que yo soy como centro de mi propia existencia, y a través de ese centro, cuando yo me siento realmente yo y libre y ligero, darme cuenta entonces de que esta libertad y esta ligereza me viene de algo que es infinitamente libre, infinitamente ligero.
Cuando las técnicas para llegar a Dios se convierten en peligrosas…
Por lo tanto, esta realización de Dios ha de coincidir con una total espontaneidad de mí. Cuanto más espontáneo soy, cuanto más sencillo y fresco soy, más cerca estoy de Dios. No se trata de hacer cosas complicadas. Por este motivo, todas las técnicas son peligrosas cuando las convertimos en un no-yo, en un objeto al que tengo que supeditarme; entonces, las técnicas me alejan de mi autenticidad, y, por lo tanto, me alejan también de Dios.
Es intuyendo este contacto a través del centro que hay que vivir las técnicas, pero no como una obligación, como algo que me esté impuesto y a lo que yo me he de subordinar. Esto ya lo hacemos en la vida diaria; en este caso, lo que haríamos sería solamente cambiar los nombres, los colores, pero el estilo de vida seguiría siendo una supeditación, una identificación con algo.
La técnica surge espontáneamente, cuando yo soy más yo. En efecto, cuando yo soy más yo, es cuando puedo abrirme a esta realidad actual de mí frente a Dios; cuando yo soy más yo, es cuando soy más consciente. Pero no una conciencia, un estar despierto, a lo que me obligo, y que, por tanto, representa una tensión, un esfuerzo, algo que me enajena, que me empuja hacia algo. No; se trata simplemente de ser la sencillez de mi ser, de ir a mi Centro y ser todo yo este centro, dejando que este centro funcione, se exprese, se expanda.
Por lo tanto, hemos de vivir el trabajo como una afirmación total de uno mismo; hemos de vivir la aproximación y apertura a Dios como una afirmación propia, no como una alienación, como un ir a otra cosa. Hay que hacerlo pasando por la mismidad de uno mismo, por lo que es más genuino y auténtico de uno mismo.
Hemos de recordar aquellos instantes en que todos hemos sentido quizás una extraordinaria ligereza, una libertad, como la del niño pequeño que es feliz, que salta, que está sintiéndose dentro de un mundo nuevo.
Todo lo que me conduce a ser más auténticamente yo es lo que más me acerca a Dios. Todo lo que aleja de ser más auténticamente yo me aparta de la realidad. La realidad para mí es el Yo central. La noción de sujeto es la realidad que la persona vive del modo más inmediato, más permanente.
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Dios está en todo, y lo más cerca que tiene uno es uno mismo.
Si buscamos fuera nos alejamos del Centro, del Yo, de lo que somos, y de la razón de nuestra existencia. El pensamiento no alcanza a Dios, el Silencio sí. Es impactante qué Silencio guarda el niño cuando descubre algo nuevo en su desarrollo de la inteligencia, cuando experimenta este mundo lleno de sensaciones y colores.
¿Te has planteado cómo conocer a Dios? ¿Comenzaste a caminar?
Fuente:
http://sermasyo.es/el-camino-para-llegar-a-dios/