A veces nos embarcamos en relaciones que por más particulares o complicadas que sean, aciertan en enmascarar nuestras reales soledades.
Resulta una manera de reconocer la magnitud de tu soledad y tu miedo hacia ella, lo penosa o equivocada que pudiera ser tu elección de pareja, donde incluso el más cruel de los dolores es soportable antes de enfrentar estar en soledad.
Realmente la soledad es silencio, vacío, es nada… es la pantalla en blanco, es el espacio con acústica, donde proyectamos lo que hay en nosotros… Sin juicios ni celebraciones, estar en soledad es estar con nosotros mismos.
Soledad, ese espacio, ese tiempo, esa etapa, ese pedazo de ti… Que puede hacerte prisionero ansioso o valiente vencedor.
No hay soledad mas desesperante que la de no poder contar con uno mismo.
Estar en soledad no es una casualidad, la tristeza es señal directa de necesidad de reflexión.
Quienes dominan su “solitud”, sus silencios y el vacío de algunos de sus pensamientos, podrán entender y confrontar los vacíos del medio.
Es un gran desafío aprender a estar solo… Algunos incluso piensan que para manejarlo necesitan realmente quedarse solos.
La realidad es que confrontar, disfrutar, tolerar o manejar tu soledad, no tiene q ver con quien estés o no, tiene que ver con que logras contigo y tus vacíos.
Soledad, pudiera ser la mejor palabra para definir el matrimonio que hace uno consigo y la necesidad de hacerlo funcionar.
Yo… Recuerdo decír algo hermoso, honestamente hermoso: “somos tu y yo.” Para mí era mejor que decir incluso un te amo… Hoy digo: yo, conmigo.
Sin embargo, para muchos; soledad, miedo, dificultad, desamparo y tristeza, son palabras que pueden asociarse con una facilidad fascinante.
Soledad podría llamarse el espejo, del que pasamos años huyendo.
Soledad, es esa verdad latente en ti… Así aparezca el amor en persona y te arrope, tu soledad sigue palpitando dentro.
Es la sombra que te acompaña, a través del éxito, el amor, las experiencias y el dolor, es el espejo que aguarda para hablarte de ti.
“Cuando lloró por ti, no lloró por el vacío que contemplo. Lloro porque ya no te encuentro donde solía hacerlo.”
En mi opinión y experiencia, un espacio vacío es la bocanada fresca de la oportunidad, no una razón de tristeza.
Cuando eliges con ansiedad lo que llene tus espacios, es probable que terminen copados de mucha mierda inservible e innecesaria; en el peor de los casos, mierda contaminante.
Definitivamente está la necesidad de hacernos parte del sistema y satisfacer muchas de nuestras necesidades. El caso es que este proceso no es perfecto.
Es para mí idénticamente esencial buscar lo que necesitamos, como también, preservarnos sanos en soledad.
Yo he aprendido a disfrutar mi soledad, pero sobre todo a aceptarla. A veces permitir que me abrume, otras que me resguarde… Pero como todo, busco colocarla de mi lado y no en contra.
He ahí el problema no? Empeñar la mirada en lo que se fue y no afrontar lo que queda… El vacío.
Esto de la propia soledad también tiene esa mala costumbre de venir arropado de percepciones prejuiciosas… Como muchos otros aspectos…
¿Cuánto nos pudimos haber perdido de la propia soledad? Por haberle tenido miedo a lo que se decía de ella.
Mi soledad como la de ustedes puede irse rápidamente al polo sobre protector, casi tan dañino como las relaciones excesivas en dependencia…
Sin embargo, en mis “hoys” me sigue resultando una de las mejores herramientas.
Tu soledad: la nada, el silencio, en el que viniste y con el que te irás.
Soledad, para mi podría ser la mejor palabra que apellide existir.
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