Vivimos en sociedad, eso quiere decir que estamos rodeados de personas con diferentes ideales y puntos de vista. En ocasiones eso nos lleva a discutir. La discusión no es mala y no debe significar la creación de un conflicto.
Para que una discusión no se convierta en algo negativo, es importante tener muy en cuenta dos términos: empatía y asertividad. La empatía, es la capacidad cognitiva de ponerse en el lugar del otro y comprender que siente, también es llamada inteligencia interpersonal. Y la asertividad, es la capacidad de transmitir claramente nuestras opiniones, sin herir a los demás. Es el punto intermedio entre la agresividad y la pasividad.
Una vez tengamos muy claro esto, ya podemos decir que discutir bien, no es difícil. Debemos tener en cuenta:
- En primer lugar y muy importante, el respeto hacia los demás y hacia nosotros mismos.
- También, es importante darse cuenta de cuando se pierde el control, ya que en muchas ocasiones, nos engañamos a nosotros mismos pensando que simplemente estábamos “enfadados” y la realidad era que habíamos perdido el control. En el momento en el que esto sucede, a parte de perder cualquier capacidad comunicativa con la otra persona, también has perdido toda credibilidad. Es importante ser sincero con uno mismo.
- ¡No juzgar a los demás! aunque pensemos que la otra persona está equivocada o no compartamos su opinión, vivimos en comunidad y debemos ser capaces de convivir y saber estar con gente que tiene opiniones diferentes a las nuestras, sino no prosperaremos jamás como humanos.
- El objetivo de nuestro diálogo nunca debe ser el convencer o hacer que la otra persona piense como nosotros, hay que exponer nuestra posición argumentando, no obligando. Si nosotros creemos firmemente en nuestra opinión, no queremos que nadie nos la cambie, eso nos obliga a aceptar que no debemos cambiar la de los demás.
- En ocasiones estamos tan interesados en tener la razón, que acabamos por perder el hilo de la conversación y nos olvidamos del origen de ésta. ¿Cuántas veces habéis discutido con vuestra pareja, amigos, etc y acabáis de hablar sin saber porque había empezado todo aquello?. Hay que pensar y reflexionar sobre lo que estamos diciendo, que no nos puedan las ganas de tener la razón.
- Cuando el tema que se está tratando es muy importante o delicado para nosotros, nuestro argumento queda muy impregnado de emoción o sentimiento y el resultado puede ser que tengamos una actitud un tanto agresiva (aunque no nos demos cuenta de ello). No es tanto lo que decimos, sino como lo decimos: la entonación y volumen de la voz, la rapidez en la dicción, las posturas corporales, la expresión facial y los gestos. El lenguaje no verbal habla solo, si decimos una cosa y sentimos otra, nuestro cuerpo nos delata. No se trata de ocultar sentimientos o lenguaje no verbal, sino de vehicularlos de modo que refuercen nuestras ideas en lugar de entorpecerlas.
- Y lo más importante, una vez finalizada la discusión, dedicar unos minutos a reflexionar sobre ella e intentar sacar algo positivo. Una discusión no habrá tenido sentido, si al final no podemos sacar nada productivo. ¡Reflexionad!
Así pues, todo será más fácil si dedicamos un esfuerzo en convertirnos en personas más empáticas y asertivas.
http://psicotip.wordpress.com/2012/09/12/discutir-o-perder-el-control/