1. Identifica las señales de tensión en tu cuerpo
Será importante que te fijes en qué te dice tu cuerpo cuando estás ante una situación complicada. Es posible que sientas cómo se tensan los músculos, cómo se acelera tu respiración o tu corazón o, incluso, cómo sube tu temperatura corporal.
Cada persona tiene unas señales diferentes. Debes saber identificarlas cuando aparezcan para estar preparado para poder llevar a cabo los consejos siguientes.
2. Respira hondo
El control de la respiración es indispensable para mantener la calma. Cuando estamos bajo presión, con un alto nivel de estrés, respiramos más superficialmente ya que el cuerpo está preparado para el ataque o la huida.
Concéntrate en la respiración e intenta que sea más profunda y más calmada. Haz una inspiración profunda, aguanta el aire unos 5 segundos y expúlsalo lentamente. Repítelo tantas veces como sea necesario y verás cómo las señales de tensión de tu cuerpo se van reduciendo.
3. Concéntrate en otra cosa
Ante las situaciones complicadas, muchas veces nos encontramos con que no podemos parar de pensar continuamente en ello, e intentamos evitarlo, pero cuanto más lo evitamos, más nos viene a la mente. ¡No pienses en un elefante rosa! Y aparece como por arte de magia en tu cerebro. Intentar no pensar en algo es pensar en ello.
Así que no intentes no pensar en el problema, simplemente, concéntrate en otra cosa. Visualiza un paisaje en tu mente, escucha música, mira por la ventana, conéctate a internet y mira vídeos de gatitos o coge un buen libro de esos que enganchan y lee.
4. Muévete
Activar tu cuerpo físicamente hará que toda la energía y la tensión que has detectado en tu cuerpo se concentre en una actividad productiva.
Salta, baila, practica golpes de boxeo (contra un objeto no animado, por favor), corre, haz natación o simplemente sal a caminar. La actividad física calma la ansiedad y relaja el cuerpo y la mente.
5. Mastica un chicle
Para muchas personas comer es una solución para rebajar los niveles de estrés o de nervios. Como no queremos solucionar un problema y crearnos otro (depende de lo que comas puedes acabar con tu dieta en un momento), lo más recomendable es mascar un chicle sin azúcar.
Para que funcione mejor debes hacerlo de forma consciente, haz mordidas lentas, saboreando el gusto del chicle y notando cómo este se mueve por tu boca. Con este ejercicio, además, estarás focalizando tu atención fuera del problema.
6. Juega
Seguro que hay algún juego que te gusta: un solitario de cartas (real o virtual), un videojuego que te permita tener la mente en blanco (a mí me funciona muy bien el mítico Tetris), un juego de grupo en el que tengas que correr (aunque parezca un juego de niños, el pilla-pilla es un juego muy divertido que te hace estar activo y reír al mismo tiempo)…
Da igual el juego que elijas, pero juega. Jugar nos conecta con nuestra infancia y nos relaja porque es un momento en el que nos dedicamos a nuestro disfrute y placer y conseguimos olvidarnos de lo que nos ocupa durante un rato, al menos.
7. Utiliza el sentido del humor
Siempre. El sentido del humor es básico para llevar una vida plena, feliz y divertida. Pero en las situaciones complicadas todavía más, intentar sacarle el punto humorístico puede hacer que se relajen las tensiones. No es fácil, pero se puede conseguir.
Por ejemplo: piensa qué pasaría si hubiera una cámara grabándote y fueras el protagonista de una serie de humor. Todo esto que te está pasando ahora formaría parte de un guión humorístico, seguro que serás capaz de sacarle el punto divertido. Ríete de ti mismo.
8. Tómate un tiempo para responder
Has identificado que tu cuerpo está en tensión, que tu corazón está acelerado, pero no puedes huir de la situación por el motivo que sea. Bien, sobretodo, no respondas. Ahora no. Ahora tu cerebro está bajo la influencia directa de un montón de neurotransmisores alterados por el estado de tensión en el que estás.
Permítete tomarte un tiempo (sean 5 minutos o 5 días) para dar una respuesta o una solución a la situación. A medida que pasen los minutos, las horas, los días, será mucho más fácil pensar objetivamente y encontrar la mejor manera de resolver la situación.
9. Habla con alguien que no tenga nada que ver con la situación
A veces hablar con alguien que no sólo no tenga nada que ver con la situación, sino que desconozca el tema o a las personas que forman parte de él, es una buena manera de llegar a alguna conclusión.
Puedes llamar a un amigo que no esté implicado en la situación, hablar con un familiar o bien acudir a un profesional. Todos ellos te podrán dar puntos de vista externos que te podrán ayudar a sobrellevar mejor la situación.
10. Piensa qué haría alguien a quien admiras
Si nada de lo anterior te ha servido para mantener la calma, prueba con esto. Piensa en aquella persona que crees que siempre está calmada, aquella persona que a pesar de los reveses de la vida siempre tiene una sonrisa en la cara. ¿La has localizado? Bien, pues piensa qué haría ella en esta situación. ¿Cómo actuaría? ¿Qué diría? ¿Qué pensaría?
Ahora hazlo tu. Actúa, habla y piensa como lo haría esa persona, verás que las cosas son más fáciles así.
Y cuando haya pasado el momento crítico…
Felicítate por haber mantenido la calma: lo has hecho bien, y la próxima vez lo harás mejor.
No guardes rencor: no vale la pena. Lo hecho, hecho está, y el rencor sólo te llevará a sentirte mal por más tiempo. Cuanto antes pases página, mejor.
Reflexiona sobre lo que has aprendido de ti mismo: mantener la calma exige un gran conocimiento de uno mismo, y un gran autocontrol, todo esto lo has aprendido gracias a esta situación complicada que te ha tocado vivir. Reflexiona sobre lo que has aprendido y aplícalo en la próxima ocasión que tengas la oportunidad de hacerlo.
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