Tu Interior es como tu casa: si no te sientes bien en ella, tienes que cambiar la decoración.
Imagina que en tu casa hay una silla que está en mitad del pasillo. ¿Cuántas veces atraviesas el pasillo en un día? ¿Cuántas veces tienes que esquivar la silla a lo largo de un día? Sean las que sean, a la quinta o sexta vez que pasas por ese lugar, te estás planteando mover la silla. Algunos necesitan esquivarla 30 veces para decidir quitarla. A otros con 5 les basta. Seas del grupo que seas, ¿por qué no haces lo mismo con los obstáculos que hay en tus pasillos neuronales?
“Tío, es que no es lo mismo…”. Ya. Obviamente no es lo mismo. Es mucho más incómodo un obstáculo en tu cabeza que un obstáculo en medio del pasillo, más que nada porque tienes que esquivarlo más veces a lo largo de un día.
Tu Interior es como una casa con muchas habitaciones. Con cientos de habitaciones. Pero sólo visitas unas pocas cada día. Siempre las mismas. Podría aceptar que, aquellas que no visitas, las tengas desordenadas. Vale. No pasas tiempo en ellas y entonces, ¿para qué ordenarlas?. Eso, en parte, tiene lógica. Pero por las que transitas todos los días… ¡macho! ¡¡Esas tenlas bien limpitas…!! ¿O acaso en tu casa están las cosas en medio impidiéndote el paso?
Hasta ahora hemos hablado de orden. Fundamental el orden. Sobre todo para sentirnos cómodos y no estresarnos… Pero hay otro elemento a tener en cuenta en una casa: la decoración. Unas personas son más creativas que otras en este aspecto. Pero al final, todos tendemos a decorar nuestra casa con nuestro toque personal.
Si habitamos una casa que no hemos decorado nosotros, podemos adaptarnos a vivir en ella, pero, tarde o temprano, haremos algo para darle nuestro punto. En una casa que no hemos decorado nosotros, no nos sentiremos 100% cómodos. Tendremos que adaptarla.
Algo así es lo que les ocurre a muchos con su Interior. Entran a vivir en un sitio con una decoración que ha inventado otro y, de repente, un día empiezan a sentirse incómodos. Y no saben por qué… Miran el cuadro de la pared: les parece feo y antiguo. Inclusive les da mal rollo porque tiene colores oscuros y un protagonista con una mirada muy poco inspiradora. Lo ven cada vez que pasan por el pasillo. Cada día les da más mal rollo. Y empiezan a sentirse deprimidos. Pasan los días y el cuadro sigue ahí. No lo quitan. Y día tras día se preguntan por qué no son felices.
No están felices por el cuadro.
Hay veces que basta con quitar ese cuadro del pasillo; cuadro que alguien, que no fuimos nosotros, puso ahí. ¿Basta con quitarlo? Sí. Pero también puedes sustituirlo por uno que te guste. Que te guste a ti y no a tu madre. Da igual que no le guste a nadie más: sólo lo vas a ver tú.
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