Hoy tengo ganas de dar caña. Si no apetece escuchar verdades es mejor que cierres esta pestaña de tu navegador y sigas mirando Facebook. O Twitter. En serio, hazlo. Que luego no quiero que me vengas reclamando. Cierras y la semana que viene vuelves. Yo no me voy a molestar. De verdad, te lo prometo.
¿Te quedas? Bueno, tu verás…
Siéntate ahí, por favor. Verás, es que me siento en la obligación de decirte que, por favor, dejes de pensar que eres un ser especial. Pensar que eres especial te perjudica. No te ayuda en absoluto.
Pensar que eres especial hace que tengas una expectativa sobre la vida del tamaño de un campo de fútbol. Y eso sólo tiene un destino: la decepción. Creyéndote especial esperas que tu vida sea como la de Jesucristo. Y va a ser que ni se parece…
Pensar que eres especial te pone, automáticamente, a la espera de que la vida te regale algo.
Perdona que sea tan pesado, pero si sigues pensando que eres especial tu vida será un desastre. Te quedarás quieto, como un conejo asustado, esperando que del cielo venga un regalo en forma de salvación. Y que todos tus problemas se solucionen de un plumazo por la gracia divina. “Oh! Salvemos al siervo más evolucionado de nuestra Hermandad. Su corazón es más puro que el de los demás. Es un incomprendido en este mundo. ¡Salvémosle, salvémosle!”
No nos engañemos. Tu corazón es igual de impuro que el de aquel al que criticas. Por lo tanto, no mereces más ayuda del cielo que él.
Si tu corazón fuese puro de verdad… ¡Si tu corazón fuese puro de verdad no te estarías sintiendo especial ahora mismo! ¡Estarías pensando en todo lo que todavía tienes que crecer como persona!
Pensar que eres especial te convierte en víctima si las cosas no van bien.
Porque habrá un tirano que te habrá abandonado a tu suerte, a pesar de lo especial que eres. ¿Cómo se le ocurre? ¡Dejarte sólo y desamparado a ti! ¡Si eres único e irrepetible!
Si eso te pasa, te darás cuenta de que…
Nadie es especial
Ni John Lennon. Ni Jesucristo. Ni Einstein… Ni tú, claro. Ellos no eran especiales. Eran unos privilegiados. Decidieron ver el mundo de otra forma y por eso lo cambiaron. Pero nadie les regaló nada. Ni siquiera una mente más potente que la tuya. Insisto: decidieron ver el mundo de otra forma y por eso lo cambiaron.
Cambia. Siéntete privilegiado.
Está bien, aflojo un poco. Que ya me he quedado a gusto.
Deja de sentir que eres un ser especial y comienza a sentirte un privilegiado. ¡Tú eres un privilegiado! ¡Eso sí! ¡Un privilegiado! Eres un privilegiado por esa forma de ser que tienes, por esa forma de ver el mundo, por ese talento que llevas dentro… Pero si sigues sintiéndote especial, jamás podrás valorar la maravilla que llevas en ti.
Sentirte privilegiado hace que veas un regalo en cualquier detalle que la Vida te pone enfrente. Hace que sientas que todo es una sorpresa. Pero sentirte especial… Eso te pone en la posición de un rey.
Siéntete especial, y sentirás que la Vida jamás salda su deuda contigo, pues siempre te parecerá que te debe algo. Pero siéntete un privilegiado y serás tú quien tendrá una deuda eterna con Ella.
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