Buscar el balance emocional para recuperar y mantener la serenidad y la claridad mental que necesitamos para ver e interpretar la vida de una mejor manera y para tomar las decisiones más adecuadas que nos permitan movernos en la dirección de nuestro sueños, debe ser una prioridad en nuestra vida.
Cuando experimentamos emociones alteradas perdemos la capacidad de analizar objetivamente la situación que nos afecta para darle solución. Mientras más tiempo permanecemos afectados, más dramáticos, negativos y pesimistas nos volvemos. La mayoría de las veces la situación no es tan grave y podríamos fácilmente hacer algo concreto para afrontarla y solucionarla, pero nuestra afectación no nos lo permite.
Reconocer cuáles son nuestras emociones más frecuentes, aquellas con las que respondemos a todo lo que nos pasa en el día a día, es el primer paso para avanzar en el camino de recuperar nuestro equilibrio personal. Una vez que las definimos, aceptarlas sin excusas, sin querer minimizarlas, con valor, humildad y sabiduría al mismo tiempo, es lo que nos permitirá buscar sus raíces en nuestro interior, para hacer el trabajo de aceptar, perdonar y reconciliarnos con ese evento del pasado que todavía nos mantiene atados a esa emoción y a ese recuerdo que continúa siendo un objetivo pendiente por resolver y superar.
Es un camino que deberemos recorrer con valor, determinación, gentileza, madurez y humildad, porque tanto la causa como la posible solución se encuentran en nuestro interior.
Herramientas prácticas para recuperar la salud emocional
• Practica la autoobservación consciente. Mírate como si fueses un observador externo, sin juicios y con gentileza, para que puedas descubrir en tus sensaciones, comentarios y pensamientos frecuentes la causa de tu malestar. Al comienzo no será sencillo, pero vale la pena intentarlo. Persevera.
• Escribe todo lo que sientes y piensas. Escoge un cuaderno donde puedas hacer una especie de inventario de tus sentimientos y pensamientos. Prueba hacerlo durante una semana, unos minutos cada día, y verás cómo, poco a poco, escribes menos, en la medida en que vas limpiándote o vaciándote de ellos. Es terapéutico.
• Aprende a expresar lo que guardas. Cuando no lo haces, toda esa energía se queda represada en tu interior y con los días se va convirtiendo en una carga que te produce tensión, estrés y ansiedad. Practica contarle lo que sientes a una persona de tu confianza, sin justificarte, con la espontaneidad que nos da el confiar en el otro.
• No antepongas tu idea de lo que pensarán los demás. Muchas veces el temor a sentirte desaprobado te impide buscar el apoyo que necesitas. Busca la ayuda y los recursos que necesites para resolverlo, para recuperar tu bienestar.
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