A todos puede pasarnos que se nos olvide hacer algo que teníamos pendiente, pero cuando este hecho se repite seguido deberíamos preguntarnos: ¿Estaremos evitando hacernos cargo de tareas que debemos realizar? ¿Cuáles son las posibles razones que nos impulsan a hacerlo?
Es frecuente dejar para después las tareas que no nos gustan, que nos parecen difíciles o que no sabemos cómo resolver en el momento y que tendremos que buscar los recursos para hacerlas. Puede tratarse, inclusive, de algo importante y aun así, por diferentes razones, lo postergamos.
Postergar aquello que no queremos hacer generalmente nos genera un sentimiento de culpa y sin conciencia, evadimos hacerlo, quedando atrapados en un ciclo sin fin de procrastinación.
El primer paso para comenzar a cambiar este hábito consiste en hacer una lista con todo lo que tenemos pendiente por resolver o por hacer, desde la tarea más personal hasta la más grave o importante, de la cual todavía no nos hayamos hecho cargo.
Luego de que tengamos la lista y la hayamos revisado un par de veces para agregar cualquier otro tema pendiente que recordemos, hay que separarlas en acciones a corto plazo, aquellas que con solo una acción pequeña e inmediata podemos resolver; a mediano plazo, las que necesitan un poco más de tiempo y varios pasos para poder hacernos cargo de ellas.
Y por último, las de largo plazo, que generalmente involucran decisiones, el consenso o la participación de otras personas o el que se presente la oportunidad, las condiciones adecuadas o que tengamos todos los recursos necesarios para realizarlas. No las escribas todas juntas en el mismo papel porque te será difícil priorizarlas y tenerlas pendientes.
Es sorprendente la gran cantidad de tareas pendientes que tenemos guardada en nuestra mente y cómo al mantenerla de esta manera, solemos olvidar o ignorar las que más nos cuestan o no queremos en el fondo realizar, para terminar aplazándolas hasta que se conviertan en una cosa urgente o necesaria de resolver, en cuyo caso lo estaríamos haciendo por temor o por culpa de no haberlo hecho cuando debimos.
Algunas veces los atrasos pueden deberse a un exceso de obligaciones y compromisos, por eso es necesario aprender a establecer prioridades, a planificar las tareas para distribuir mejor el tiempo que vamos a necesitar y aprender a decir que no al momento de asumir nuevas responsabilidades o compromisos sin tener el tiempo y la energía para hacernos cargo de ellos.
Algunas personas tienen el hábito de dejar todo para última hora, obteniendo algún tipo de satisfacción que inmediatamente se convierte en estrés, preocupación y culpa.
Saber definir nuestros objetivos, hacer un buen plan de acción y cumplir con cada uno de sus pasos, nos ayudará a vencer el hábito de postergar.
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