Querer mejorar es una buena forma de empezar un nuevo ciclo en nuestra vida. Tener ganas de que las cosas mejoren, comenzando por nosotros mismos, nos augura un buen comienzo. Querer mejorar da muestra de que tenemos esperanza y confianza en que podremos dar los pasos necesarios para conseguirlo.
Lo que sucede es que, muchas veces, concentramos nuestra atención, tiempo y esfuerzo en quejarnos y lamentarnos por todo lo que hemos vivido con una cierta dificultad, por lo que deseamos y que todavía no hemos podido alcanzar, y también por todo lo que tienen los demás a diferencia de nosotros y que desde lejos nos parece que los hace más felices.
Nos sentimos víctimas de todos y de todo, especialmente de nuestros padres, de la pareja, de la familia, del jefe, de los vecinos y hasta de la vida, a los que hacemos responsables de todo lo negativo que nos ha ocurrido. Todo esto sin darnos cuenta de que, al final, hemos terminado siendo víctimas de nosotros mismos y de nuestra poca capacidad de asumir las riendas y la responsabilidad de nuestra existencia, de manera que pudiéramos hacer los cambios que necesitamos para construir la vida que tanto deseamos.
Recordemos que si somos parte del problema nunca podremos serlo de su solución. De allí la importancia que tiene transformar algunas de nuestras creencias, actitudes y comportamientos equivocados que pudieran ser la causa de nuestro malestar.
Cuando asumimos la responsabilidad de nuestros actos tomamos el sartén por el mango. Es tiempo de dejar de buscar culpables y reconocer no solo nuestros errores para corregirlos y aprender de ellos, sino también los cambios que podemos realizar para mejorar como personas y transformar nuestro estilo de vida.
Mejorar implica que no queremos permanecer de brazos cruzados, indolentes y apáticos hacia lo que nos pasa, esperando a que alguien se haga cargo o a que suceda algo ajeno a nuestra voluntad que mejore nuestra vida sin que tengamos que asumir el reto de conseguirlo con nuestro trabajo y responsabilidad. Si estamos enfocados en mejorar, en cumplir con nuestros objetivos, tendremos más posibilidades de conseguirlos con éxito.
Antes de decidir por dónde deberás comenzar:
1. Pregúntate qué desearías cambiar, qué te hace daño o que te roba la posibilidad de ser feliz. Luego, pregúntate cómo te gustaría vivir, en quién quieres convertirte.
2. Busca inspiración, conversa con tus amigos sobre la vida y tus inquietudes al respecto, especialmente con aquellos que tienen una vida balanceada; investiga y conoce la vida de las personas que admiras e inspírate en ellas para definir tus objetivos.
3. Define los elementos que quisieras incorporar a tu estilo de vida y pregúntate si estás dispuesto a pagar el costo para conseguirlos.
Claves para mejorar tu vida
Plantéate metas realistas
Para conseguir grandes metas, primero tienes que dar un paso. Es más sencillo desglosarla en pequeñas fases de manera que puedas ir cumpliendo cada una de ellas, hasta conseguirla completamente. Toma en consideración el tiempo real que te tomará conseguirla.
Diseña un buen plan de acción
Anota los pasos de forma clara y ordenada, organízalos por prioridad, de manera que sea más fácil mantenerte enfocado en la dirección que deben tener tus esfuerzos. Pregúntate cada día: ¿Qué puedo hacer para estar más cerca de cumplir mi meta?
Vence tu saboteador interno
Esa voz que justifica tus errores y te sabotea la posibilidad de reconocerlos, para corregirlos y aprender de ellos, es tu principal enemigo. Cada vez que la vocecita justifique un pensamiento, sentimiento o comportamiento equivocado, asume la responsabilidad de tu error y haz cuanto sea necesario para corregirlo y aprender de esa experiencia, para no tener que repetirlo.
Supera el perfeccionismo
No permitas que el hábito de perfeccionar las cosas que haces o los proyectos que tienes, te impida concretarlos, quedándote en una eterna revisión y búsqueda de la perfección. Si eres de los que quieren planificar todo al detalle, todo el tiempo, te sugiero que aprendas a dejar espacio para lo inesperado, sin que esto signifique sufrir la frustración que te produce el que las cosas no salgan como tú lo esperabas.
Que tus objetivos dependan de ti
Acepta que conseguirlos puede llevarte a transitar un camino largo y sin atajos. No pierdas de vista tu meta, focaliza tus esfuerzos. Escribe tu meta en un papel, hazlo despacio, pensando en ella y lleva esa tarjeta contigo. Imagínate logrando tu objetivo, piensa cómo te sentirás y empieza a actuar como si ya lo hubieras conseguido.
Proyecta las consecuencias de tus decisiones
Tenemos que aprender a asumir la responsabilidad de tomar nuestras propias decisiones y, al mismo tiempo, las consecuencias de la mismas con serenidad, madurez, compromiso y dignidad cuando llegue el momento.
http://www.estampas.com/cuerpo-y-mente/mente-y-espiritu/140302/nada-de-cruzarte-de-brazos