Tal vez el nombre más adecuado sería pensamientos espirales, ya que una espiral es un bucle sin fin.
¿Te sonríes? Eso es que te suena de lo que hablo. Todos tenemos una tendencia insana natural a realizarlos. Frente a cualquier hecho doloroso, que nos enfada o del que no nos sentimos especialmente orgullosos, lo hacemos. Podría no tener ninguna importancia, pero si la tiene, nos hacen perder muchísima energía, no nos orientan hacia una solución y son nocivos para nuestra salud mental.
Podemos repasar muchas circunstancias que te hacen tener pensamientos circulares, vamos a recordar alguna: Una discusión de pareja o una ruptura. Te enzarzas en el me dijo, le dije, hizo, hice…. Pasado, y como pasado, ya ha sucedido, con lo cual te estás enfocando a algo que a menos que tengas el “Delorean”, mal lo tienes porque allí no vas a volver. Otro caso que te puede ocurrir es que estés pensando en la conversación que mantendrás el lunes con tu jefe para pedirle aumento de sueldo: le diré, me dirá, más puntos suspensivos, pero será futuro, y como futuro a no ser que tengas el cochecito en cuestión o la bola de cristal con pilas en buen estado, tampoco te enfoca a nada, esa conversación tal vez no la llegues a mantener, tal vez te lo dé a la primera, o “chi lo sa”.
Quiero decirte con estos ejemplos que no son acciones enfocadas a nada. Está bien que revises lo que hiciste para tu aprendizaje, que visualices lo que quieres hacer para saber el terreno que quieres pisar, pero el gasto de energía de los pensamientos espirales, es otra cosa, sabes bien de lo que te hablo. Muchas veces, quizás demasiadas, los produces sobre aquello que ya no tiene solución o sobre ilusiones que tienes sobre hechos que no ocurrirán, por lo tanto no enfocan a la acción ni a la resolución de nada. Si hiciste alguna acción que quieres corregir, ponte en marcha y hazlo. Si te está bien el resultado que obtuviste, extrae tu aprendizaje y mira hacia delante. Y lo mismo ocurre con tus ilusiones futuras, si quieres que algo te ocurra, ponte en marcha pero alimentar pensamientos espirales sin acción, no tiene sentido.
¡Muy bien! tal vez estés pensando, todo esto ya lo sé, pero como no lo hago si es superior a mí, vienen a mi mente esos pensamientos sin que yo quiera, no puedo evitarlo, y otros argumentos que tu muy bien conoces. Yo te diré que eso no es cierto del todo, esos pensamientos los alimentas tú, y a base de alimentarlos, si que es cierto, ellos acaban por ser los dueños de tu mente y en consecuencia de tu vida. Pero nadie más que tú eres el que le dices a tu mente que y como pensar.
Hay varios ejercicios como el yoga o concentrarse en la respiración para aquietar la mente que funcionan muy bien. Yo me atrevo a proponerte otro: Deja de alimentarlos y busca un pensamiento al que irte. Elige aquél que te sienta bien, que te gusta recordar o que te gustaría que sucediera. Recréate en él, aliméntalo con todo lujo de detalles, descríbelo, saboréalo, escúchalo y luego realiza lo que llamamos un anclaje o una estructura, es decir cuando venga tu pensamiento espiral, vete automáticamente a tu nuevo pensamiento mecanizándolo. Puedes utilizar como anclaje o estructura una imagen en tu móvil, el pellizcarte una oreja o cualquier cosa que tu decidas. Es fácil, solo necesita práctica, ya lo comprobarás al practicarlo.
Ahora te pregunto
¿Cuándo empiezas a crear tu nuevo pensamiento?
¿Qué pensamientos espirales no piensas alimentar más?
¿Qué sientes cuando eres tu quien le dice a tu mente que pensar?
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