Digo “homenaje” porque la timidez no está bien vista. Nadie mira con orgullo al tímido y, quien se piensa tímido, además se siente avergonzado por serlo. Tal vez podamos ver la timidez con una mirada compasiva y amorosa, la mejor base para transformar cualquier dificultad.
No se trata de forzarnos a ser quienes no somos, extrovertidos, carismáticos o extremadamente comunicativos, sino de convertirnos en participantes activos de la vida. Se trata de intentar participar de las cosas, en lugar de resignarnos a ser siempre los invitados ocultos en “la fiesta de la vida”, perpetuamente renuentes al contacto con las demás personas.
La timidez no es un rasgo de carácter inamovible, algo que -irremediablemente- nos define, sino una construcción hecha en nuestra mente y que por lo tanto puede ser desactivada si decidimos trabajar en ello conscientemente.
Tampoco se trata de forzarnos violentamente a hacer “más sueltos”, una estrategia desesperada pero nada inteligente que intentamos con frecuencia en nuestra imposibilidad de vencer la timidez. Obligar a un tímido a perder timidez por imposición, sólo servirá para aumentarla.
No podemos decidir muchas de nuestras tendencias psicológicas, pero sí optar por cultivar una personalidad tímida o en su lugar, una un tanto más extrovertida. La timidez es una restricción social auto-impuesta que limita que otros tengan acceso a nuestras fortalezas y virtudes, ya que hemos creado una barrera social. Es una prisión psicológica auto estimulada, en la que uno cede la libertad de auto-expresarse a la vez que priva a los demás de las riquezas originales que posee, es privarse a uno mismo y privar al mundo de las riquezas que cada quien tiene para dar (únicas y originales, por cierto).
Timidez sinónimo de miedo a mostrar lo que somos, a que los demás descubran que no somos buenos, o a que se vean en público nuestros supuestos pecados. Por lo tanto, si timidez es miedo, será necesario hacer algo para superarla, al igual que hacemos con los demás miedos.
Escondernos eternamente en el personaje del tímido puede llegar a convertirse en el atajo que nos ayude a escaparnos de lo que verdaderamente tenemos que enfrentar: abrirnos y estar felices con nosotros mismos.
@ Fanny Libertun
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