En algún momento de nuestras vidas a todos nos ha tocado ser cuidadores, ya sea de un papá, de un hermano, de un hijo, o incluso de un amigo. El tiempo que las personas necesitan de estos cuidados puede variar: unas pocas horas o convertirse en trabajo de tiempo completo.
Ser cuidador es una actividad que agota emocional y físicamente, esto es totalmente normal y comprensible, ya que el cuerpo no está hecho para pasar horas sin dormir, en constante atención, con estrés y probablemente tristeza, miedo e incertidumbre.
Estas son algunas consecuencias que afectan la salud y calidad de vida del cuidador:
-Fatiga constante y dificultad para concentrarse
-Estrés y ansiedad
- Pérdida o ganancia de peso considerables
- Insomnio
- Sentimientos de enojo e irritabilidad
- Aumento en el consumo de alcohol, relajantes y/o tabaco.
Además de estas consecuencias, hay que tomar en cuenta la pérdida de libertad. Tener un compromiso con la persona que se está cuidando requiere el 100% de tiempo y atención, durante el cual creemos que no es válido expresar enojo, frustración, miedo o tristeza, ya que se exige ser fuerte y eficiente.
La sensación de pérdida de la libertad es más seria de lo que pensamos y afecta considerablemente la calidad de vida del cuidador, y por extensión la calidad de vida de la persona que necesita cuidados.
Es importante que identifiques las posibles afectaciones de hacerte responsable por la salud de alguien más. Cuando te sientas rebasado o cansado, en la medida de tus posibilidades, pide ayuda para que te releven y puedas recargar la pila que necesitas.
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