La frase que he utilizado como título de este artículo es la que inspiró a nuestro fotógrafo Andrés Orts en INSPIRARTE para la realización de su magistral fotografía sobre el mar. Hoy me gustaría reflexionar sobre esta frase y concepto.
Tendemos a aplazar la felicidad, y generalmente, el concepto de felicidad está vinculado a la consecución de algo, bien sea físico o no. La cuestión es que las claves de la felicidad deben ser muy sencillas, relacionadas con cuestiones fácilmente alcanzables, y bien distantes de complejas ecuaciones que casi nunca se cumplen. Si vinculamos nuestra felicidad al cumplimiento de 25 cuestiones, parece más difícil que si lo entendemos como algo sencillo y cotidiano, donde ocurra lo que ocurra, nuestra ecuación genera un resultado positivo.
Cuando nos fijamos una meta, debemos asumir que la felicidad no es algo que conseguiremos al traspasar esa línea de llegada. Es importante poder asumir que desde el mismo instante en que nos ponemos en marcha e iniciamos nuestro viaje para conseguir esa meta, debe existir felicidad. Este concepto supone una fórmula en la que el disfrute comienza con la idea en si misma, se mantiene durante la ejecución, y por supuesto se alarga mucho más allá de la culminación de la meta.
Cuando no lo hacemos así, parece que estamos continuamente aplazando la felicidad, vinculándola a la consecución de un objetivo, y así, durante el camino, no sólo no disfrutamos, sino que además generamos sentimientos que nos distancian de la meta. Ya hemos comentado en algunos artículos la idea de que la felicidad genera éxito, y que esto es un mecanismo que se retroalimenta, generando más felicidad y éxito.
Pues bien, es momento de asumir este concepto, y entender que estar en el camino ya es un éxito que debemos celebrar. Cada instante, cada día que permanecemos en ese camino en la búsqueda de nuestra meta o sueño debe suponer una ilusión y ser motivo de felicidad.
En todo esto, existe algo aparentemente contradictorio, pero que, bien analizado realmente no lo es. Las personas que no tienen sueños o metas, parecen no tener este problema. Realmente celebran, o no lo que la vida les va presentando, y lo asumen como tal. Por contra, las personas que tienen la capacidad de soñar, y que se establecen metas, parece que podrían generar infelicidad o insatisfacción por la dificultad o incluso imposibilidad de llegar a conseguir algunas de ellas.
La clave está en el concepto de felicidad. Cuando efectivamente se vincula a la consecución del fin, es muy difícil que el establecimiento de metas o la existencia de sueños genere felicidad. Es un planteamiento en el que si se consigue se genera felicidad, y si no, se genera infelicidad o incluso frustración. Asumir que la felicidad se inicia con el sueño o con el viaje cambia el paradigma, y permite convertir en felicidad cada instante con el mero hecho de sentirnos enfocados hacia el objetivo. De ahí que el establecimiento de metas no acabe generando insatisfacción. Cuando entendemos todo el proceso, y no vinculamos nuestra sensación o sentimiento a la meta, la felicidad aparece sóla.
¿Por qué soñar y trazar metas si realmente no estamos seguros de si las podremos alcanzar?
Existen herramientas que nos serán de mucha utilidad en el camino. Es el caso de la visualización, las afirmaciones,… Todo ello nos enfocará hacia el objetivo y nos permitirá hacerlo más cercano y accesible. Efectivamente, lo que no soñamos, o lo que no vemos, nos cuesta más alcanzarlo. No obstante, los sueños y metas deben ser entendidos como un faro. Es la guía y el punto hacia el que debemos enfocar nuestra acción y esfuerzo, sin que ello suponga que la existencia del faro implique que debamos posponer la felicidad hasta llegar a él. Desde el momento en el que fijamos el punto de destino y conocemos el faro al que nos dirigimos, sabemos qué es lo que queremos. A partir de ahí, debemos celebrar el descubrimiento, y empezar a dar los pasos necesarios que vayan encaminados hacia el mismo. Cualquier paso, cualquier movimiento que nos acerque es un éxito, y debe ser celebrado como tal.
Muchas personas, en su travesía hacia su faro se detienen constantemente pensando en lo mucho que les queda por recorrer, en la escasa velocidad con la que avanzan, en lo difícil e inaccesible que es el faro, olvidándose en cualquier caso de celebrar el trayecto que ya hayan podido recorrer. Este planteamiento es el que genera insatisfacción, y el que simultáneamente produce distanciamiento respecto al faro. Se trata de una actitud que nos genera dudas, debilita nuestra acción, y nos hace perder el enfoque de la importancia del faro.
Como decía Henry Ford, “tanto si crees que puedes, como si no, estás en lo cierto”. Ahora depende de ti, de la ilusión que tengas en acceder a ese faro, y en disfrutar todos y cada uno de los momentos que te rodean y te conducen hacia él. Sea como fuere, pensar que “la felicidad está en el camino” es una apuesta ganadora que te permite disfrutar tu día a día, y además, lo creas o no, te acabará acercando a tu faro.
Sólo de ti depende!
© 2013 Miguel Ángel Guilló - @miguel_guillo -
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