Fragmento del libro “Los dioses del cambio” (El dolor, las crisis y los tránsitos de Urano, Neptuno y Plutón ), de Howard Sasportas.
La carta natal es un momento congelado en el tiempo, una imagen del cielo tal como se lo veía en el momento y el lugar del nacimiento. Pero los planetas no dejan de moverse cuando alguien nace, y mientras se mueven hacen otras cosas, como completar el círculo hasta volver a donde estaban en el momento del nacimiento, o pasar por encima de la posición natal de otro planeta, o formar una cuadratura (un ángulo de 90°), una oposición (un ángulo de 180°) u otros aspectos con su posición en el tema natal. Los tránsitos muestran dónde están los planetas hoy en el cielo, en relación con la posición que ocupaban en el momento del nacimiento. Las progresiones, que son otra forma de actualizar la carta, representan simbólicamente cómo afectan a la carta natal los movimientos de los planetas después del nacimiento. La carta natal revela qué clase de semilla somos, pero los tránsitos y las progresiones nos hablan del desarrollo temporal de nuestra semilla. ¿Hay algo que está listo para que lo siembren, o algo nuevo dispuesto a crecer? Puede ser que algunas semillas no necesiten más que unas semanas para germinar, pero otras pueden precisar meses, e incluso años, para crecer.
Cada uno de nosotros está en un proceso continuo de manifestación y desarrollo, y yo creo que los tránsitos y las progresiones nos enseñan cuáles son los designios que el Sí mismo – o Ser - más profundo (esa parte de nosotros que guía y va graduando nuestra evolución) nos ofrece como meta en cualquier momento de nuestra vida. El Sí mismo nuclear va activando diferentes aspectos de la psique y de la carta natal según cuál sea el objetivo que hay que alcanzar en cada fase determinada del desarrollo. Los tránsitos y las progresiones revelan qué es lo que el Si mismo quiere que nos suceda, sobre qué intenta llamarnos la atención con el fin de que lo cultivemos. Para cooperar con nuestro crecimiento, con nuestro despliegue interior, es necesario que escuchemos lo que sucede dentro de nosotros. Si lo hacemos, tendremos la vivencia de los tránsitos y de las progresiones con respecto a nuestra carta natal como anhelos e inclinaciones que se originan en el interior de nuestro propio psiquismo.
Sin embargo, no podemos negar el hecho de que con frecuencia los tránsitos y las progresiones se correlacionan con acontecimientos externos que al parecer caen inesperadamente sobre nosotros. Yo creo que estos acontecimientos son manifestaciones externas sincrónicas con los cambios internos que se están produciendo. Dicho de otra manera: el Sí mismo nuclear puede valerse de sucesos externos con el fin de promover el tipo de cambios que necesitamos realizar para convertirnos en aquello que hemos de llegar a ser.
Citando la teoría de Robert Hand, según la cual el tema natal revela las intenciones originarias de nuestro creativo Ser nuclear: “Estoy convencido, aunque no pueda demostrarlo aquí, de que dentro de cada uno de nosotros hay un nucleo creativo que activamente modela el universo, formando cada parte de la nada o habiendo acordado por adelantado, antes de nuestra encarnación física, que jugaremos a cierto juego respetando ciertas reglas. En este esquema, el horóscopo se convierte en un símbolo de nuestras intenciones, no en un registro de lo que vaya a sucedernos. Tal como le gusta decir a la astróloga Zipporah Dobyns, el carácter es el destino.”
Respecto de los tránsitos y de las progresiones, Hand señana además lo siguiente: “Tanto los tránsitos como las progresiones indican las diversas fases de esta intención originaria. Aunque con frecuencia caiga en una formulación causal yo no creo que los planetas causen nada. No son más que signos de la manifestación de la intención originaria, parte de la cual se experimenta como algo que fluye a través de nosotros como voluntad. Esa es la intención de la cual somos concientes. Otra parte de ella se experimenta como algo que viene de afuera, y podemos llamarla hado, destino o circunstancias que escapan de nuestro control. Pero también esto viene desde dentro de nosotros, y lo único que se necesita para saber que es así es una elevación de la conciencia. Una de las funciones de la astrología es, precisamente, elevar de esta manera la conciencia del individuo.”
Si no estamos atentos a la pauta de crecimiento que el Ser nuclear tiene “pensada” para nosotros, o no la respetamos, es probable que atraigamos a nuestra vida circunstancias externas que nos fuercen a cambiar o a adaptarnos. Por ejemplo, cuando Urano en tránsito está en conjunción con nuestro Venus natal, nos ha llegado el momento de alterar nuestras pautas de relación. Si estamos bien sintonizados con nuestro mundo interior, es probable que nos demos cuenta de ello y que podamos hacer lo que sea necesario para respetar este nuevo paso de nuestra evolución. Pero si tenemos miedo o nos resistimos a aceptar los anhelos uranianos que se están haciendo sentir por mediación de Venus, el tránsito puede manifestarse como un acontecimiento externo que nos obliga a cambiar. En este caso, es probable que nuestra pareja nos abandone o trastorne la relación de tal manera que nos obligue a hacer los cambios necesarios en este ámbito de la vida. En otras palabras, con frecuencia el Sí mismo nuclear se valdrá de los acontecimientos para hacernos tomar conciencia de cuál es la forma de crecimiento que espera de nosotros en un momento dado de nuestra vida. Y vuelvo a citar a Hand, que explica detalladamente la relación entre la importancia psicológica de los tránsitos y los tipos de acontecimientos externos que atraemos a nuestra vida: “Lo que sostengo es que en última instancia los tránsitos significan cambios que se producen en el interior del yo; cambios psicológicos, sin duda, pero sólo si ampliamos el significado de lo que normalmente se entiende por psicológico. Sin embargo, estos cambios interiores se pueden experimentar ya sea como cambios psicológicos en el sentido convencional, como interacciones sociales o como sucesos totalmente externos a nosotros mismos. Un suceso también puede ser percibido como una enfermedad. Proyectamos hacia fuera nuestras energías interiores y las experimentamos en diferentes niveles de la vida. Es importante entender esta idea, porque si uno no comprende de qué manera participa en la producción de un suceso determinado, esto quiere decir que está operando inconcientemente y, por lo tanto, que no tiene el control de las circunstancias.”
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