La astrología plantea que así como cada individuo está regido por un signo zodiacal, del mismo modo cada Era o Etapa de la Historia está dominada por una de tales casas cósmicas. Esto quiere decir que, según el peculiar aspecto del Zodíaco que esté influyendo, cada ciclo histórico tendrá un ritmo físico o espiritual diferente.
Aries: La Era de la Acción Heroica
Según el criterio antes esbozado, la época del culto al Minotauro, que se desarrolló en la isla de Creta hacia el año 600 a.C., pertenecía a la Era de Aries, primer signo de fuego.
Esta casa zodiacal abre la puerta de comunicación de las fuerzas cósmicas que, una vez liberadas, fluyen con todo su poder vivificante hacia el Hombre. Es a través de Aries que el mandato divino entra en nosotros: no obstante, el ser humano que prosperó en aquella época aún no estaba consciente de esta gran potencialidad. Por ello, los hijos e hijas de la Era de Aries fueron grandes hombres y mujeres de acción, más dotados para la lanza y la hazaña que para la meditación y la plegaria.
La energía simbolizada en Aries resulta esencial en toda empresa que se inicia, porque aporta a ella su inquebrantable entusiasmo, su confianza en el resultado final, su formidable voluntad de triunfo. Aries fue la Era de la Acción Heroica, donde se construyeron algunos de los más grandes imperios guerreros de la historia, como los de Alejandro Magno (Grecia), Rómulo y Remo (Roma) y Darío (Persia).
La Era de Piscis llegó con el cristianismo
Luego, con la llegada del cristianismo, se inició la Era de Piscis, encarnada en el símbolo del Pez que tanto usaron los perseguidos discípulos de Jesús en su código privado.
Una de las principales características de este signo es su profunda emotividad y la búsqueda de sabiduría a través de las profundas aguas que sumergen al Pez. Por tal motivo, la humanidad perteneciente a la Era de Piscis buscó la manera de llegar al conocimiento través de la actividad espiritual formal (las grandes religiones monoteístas, el acentuado misticismo de la Edad Media) y la ciencia (el Renacimiento, el Siglo de las Luces, la Revolución Industrial), pero ciertamente no logró manejar adecuadamente sus emociones y, por ello, muchas circunstancias escaparon a su discernimiento.
De esta manera, la Era de Piscis, que se inició con el amoroso apostolado de Cristo, desembocó en la intolerancia de la Inquisición, continuó con el severo deterioro del medio ambiente que causaron los excesos de nuestra tecnología y finalizó con sendas guerras mundiales.
El Hombre de la Era de Piscis fue un individuo que intentó por todos los medios plasmar sus sentimientos –buenos o malos; benignos o feroces- y si bien fue capaz de los actos más altruistas también causó graves desastres. Como sentimental, vivió en un mundo donde prevalecieron las desbordadas emociones del alma sobre los equilibrios psico-espirituales, como aguas de un tsunami abatiendo a una ciudad balnearia. Adquirió enormes cantidades de conocimiento… ¡pero no supo manejarlas!
La Era de Acuario: un umbral para el ser humano que sirve a sus semejantes
De acuerdo a diversos especialistas, desde el año 1954 nos encontramos en la Era de Acuario. Este signo está representado por la figura del aguador, quien, según la mitología griega, es Ganímedes, un hermoso joven raptado por Zeus para que sirviera a los dioses.
A través de esta simbología, se puede especular acerca de diversas ideas: si en la Era de Piscis el hombre se encontraba inmerso en las profundidades del conocimiento –representado por el agua- ahora, en Acuario, es capaz de asirlo en una amplia vasija, sirviéndolo mesuradamente según la ocasión.
En Acuario, el pensamiento ha penetrado en el interior del individuo, instaurando en él la ley de la mente y atenuando la ley meramente sentimental que hasta ahora había regido sus actos. Al llegar a Acuario, estamos más cerca de la armonía psíquica y espiritual… ¡pero aún falta mucho trabajo!
En la figura del aguador se puede observar otro elemento clave: los fines del ego no son los más importantes para este nuevo ser humano, porque él es un siervo que está en capacidad de dar y compartir las abundantes aguas del conocimiento.
En ninguna Era precedente, el conocimiento se ha democratizado tanto y en tan poco tiempo como en Acuario. El fenómeno de INTERNET, la mundialización de las comunicaciones y los negocios, revelan un creciente e indetenible proceso de interconexión planetaria.
En los tiempos que corren, todas las culturas se mezclan; las disciplinas científicas y humanísticas se acercan; el saber mágico y el saber tecnológico se funden en armonioso mestizaje; y las religiones y credos espirituales empiezan a ver más sus similitudes que sus diferencias.
Podríamos describir la figura del Hombre de Acuario con estas palabras del maestro Jesús: "El que quiera ser grande entre ustedes, sea servidor de los demás; el que quiera ser el primero, hágase servidor de todos, igual que yo. No he venido a que me sirvan, sino para servir" (Mateo, 10:16).
De esta manera, los seres de Acuario, integradores, eclécticos, poseedores de conocimiento, son además, hombres y mujeres de servicio, capaces de asistir a sus semejantes y manejar inteligentemente sus emociones… como el agua que fluye y es capaz de adaptarse a cualquier espacio.
Una plegaria acuariana
El ánimo de servicio y la sed de conocimiento del Hombre de Acuario no sólo se reflejan en su necesidad de interrelacionarse con el prójimo, sino en una profunda búsqueda espiritual que le acerque a Dios. Poco a poco, el ser acuariano va supeditando sus deseos a los del Yo Superior… hasta que su voluntad y la del Creador se tornen una sola.
Casi cuatro milenios le ha tomado a la Humanidad armonizar el fuego heroico de Aries, el rigor sentimental de Piscis y el espíritu profundamente cooperador de Acuario. En la siguiente plegaria, intentamos sintetizar ese largo periplo de sabiduría existencial:
Amado Creador (o como quieras llamarlo):
Bendice la pasión y el empeño
Que pongo en cada tarea, proyecto e iniciativa
Para mi beneficio y de los que me rodean…
Bendice el caudal de mis afectos y mis emociones
Para que ellas sacien mi acuciante sed de amor
Y la de mis semejantes…
Bendice mi energía y voluntad de servicio;
Bendice mi pasión por el conocimiento
Y así hacer de nuestro mundo
Espléndido hogar para todos los seres…
Capacítame –con Tu bendición y aliento-
Para ser héroe y protagonista de mis sueños…
Sereno amante del prójimo y de mí mismo…
Útil servidor de la Humanidad…
De tal forma que mi deseo y el Tuyo
Se vuelvan un solo fuego indivisible
Amén.
Carmelo UrsovLucía Bofill
entiempopresente2@gmail.com