Texto de Alice Bailey
Existe una cualidad peculiar en todo ser humano, característica innata e inherente, inevitablemente presente, a la que podríamos dar el nombre de “percepción mística”. Empleo el término en un sentido mucho más amplio que el que se le da generalmente, y quisiera que consideraran esta cualidad de percepción mística como si incluyera:
La visión mística del alma, de Dios y del universo.
El poder de entrar en contacto y valorar el mundo de significados, el mundo subjetivo de la emergente realidad.
El poder de amar y de ir hacia aquello que no es el yo inferior.
La capacidad de captar e intuír ideas.
La habilidad de presentir lo desconocido, lo deseable y lo deseado, la consiguiente determinación y perseverancia que permite al hombre buscar, investigar e ir tras esa realidad desconocida, tendencia mística que ha traído a la existencia a los grandes y famosos místicos del mundo y a innumerables exploradores, descubridores e inventores.
El poder de sentir, registrar y plasmar lo bueno, lo bello y lo verdadero. Esto ha hecho surgir al escritor, al poeta al artista y al arquitecto.
El ansia de descubrir y penetrar los secretos de Dios y de la naturaleza. Esto ha hecho surgir al científico y al religioso.
Por el estudio de estas definiciones observarán cuán incluyente es el término “percepción mística”. No es ni más ni menos que el poder innato en el hombre para alcanzar y aferrarse a lo más grande y mejor que él, lo cual lo ha impelido a avanzar a través de civilizaciones y culturas que se desarrollaron progresivamente, y hoy está al borde de un nuevo reino de la naturaleza.
La “percepción mística” es el poder de valorar y esforzarse por alcanzar lo que aparentemente es inalcanzable.