Veíamos que al principio de la relación, en la etapa de enamoramiento, idealizábamos a nuestra pareja. Todo de él o ella nos parecía bien. No encontrábamos casi ningún defecto y si lo había lo disculpábamos, minimizándolo o pareciéndonos “gracioso”. Pero llega un momento en el que la realidad se va imponiendo y comenzamos a ver a nuestra pareja más como es, con sus virtudes y sus defectos. Es aquí cuando iniciamos el camino del enamoramiento al verdadero amor.
Muchas parejas no son capaces de superar esta fase de “desidealización”. En el momento en el que empiezan a descender de las nubes para vislumbrar tierra, sienten que las cosas ya no son las mismas: “esto ya no funciona… no nos entendemos… ya no es como antes… qué desilusión… no podemos seguir juntos…”, y deciden que la persona que tienen a su lado no es con la que quieren compartir su vida. Por fortuna muchas otras resuelven esta etapa de manera satisfactoria y consolidan felizmente sus lazos amorosos.
Pero algunas personas repiten este esquema constantemente en todas y cada una de sus relaciones. Sólo conciben estar con una pareja mientras se está en pleno enamoramiento, y, en cuanto este sentimiento empieza a ceder, no son capaces de soportarlo y abandonan. Y así hasta la próxima relación, que durará lo que el nuevo flechazo de Cupido. Es lo que se ha llamado en ocasiones “estar enamorado del amor”. Obviamente esta dinámica impide la consolidación de la pareja y puede hacer sufrir mucho a la persona que la repite, que no entiende por qué sus relaciones duran tan poco tiempo y siempre acaban igual.
Sin entrar en demasiado detalle, comentaremos que esto puede suceder por varios motivos, aunque casi siempre encontramos una base importante de inmadurez emocional.
Por suerte este tipo de situaciones pueden ser tratadas, sobre todo si la persona lo vive como un problema que le impide avanzar satisfactoriamente en sus relaciones de pareja.
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