El desamor, como el amor, no surge repentinamente como por arte de magia. Es un proceso en el que si no estamos atentos a las señales que nuestra pareja nos envía, tal vez un día se instale en nuestro corazón y ya sea demasiado tarde para solucionarlo. Para evitar que esto nos suceda, vamos a intentar aportar algunas ideas que os sirvan:
En la intimidad de todas las relaciones de pareja hay aspectos que nos gustaría cambiar. Muchas personas, ante la demanda de cambios de su pareja, se refugian o se justifican diciendo “¡yo soy así!”. Es cierto que no es realista ni positivo pretender cambiar la forma de ser de tu pareja, pero sí modificar alguna manera de actuar que te molesta o tiene una repercusión negativa en vuestra convivencia. Más allá de la defensa a ultranza de tu forma de ser, tendrás que escuchar a tu pareja e intentar hacer algún cambio para que se sienta mejor sin que esto signifique una renuncia a tu identidad.
Por ejemplo, si tu pareja siente cierta asimetría en el peso de las obligaciones domésticas y así te lo hace saber, es necesario recoger esa “queja” y hacer algo al respecto: que no caiga en saco roto confiando en que se solucionará simplemente dejando pasar el tiempo.
En el fondo volvemos a hablar del “saco de las cuentas pendientes”. Si estas pequeñas o grandes quejas expresadas una y otra vez no encuentran interlocutor, ni se observan actitudes de cambio, ni tan siquiera la intención, progresivamente se iran enquistando y finalmente se meterán en el saco de las cuentas pendientes. Cuando este saco imaginario está muy lleno y se desborda, suele asomar el desamor.
De pronto un día descubres que tu pareja te mira con cierta frialdad y distancia, ya no encuentras en el fondo de sus ojos esa mirada de amor. Algo ha cambiado, ya es demasiado tarde para intentar hacer aquello que tantas veces te dijo. Ahora ya le da igual. Triste ¿verdad?
Deseamos con este post reflexionar sobre cómo evitar en la medida de lo posible llegar a un punto sin retorno.
http://ysinembargotequiero.com/blog/page/5/