Un hijo parentificado es aquel que toma dentro de la familia un papel que no le corresponde y que se acerca más a las funciones o al poder que detentan los padres, que al que le corresponde por ser uno más de los hermanos. Veamos algunos ejemplos para ilustrarlo.
-Ese hijo decide dónde hay que ir de vacaciones, y su opinión vale tanto como la de los padres y más que la de sus hermanos.
-Se permite reprender a sus hermanos y tiene privilegios que ellos no tienen.
-Se le deja opinar de temas que no le corresponden, como decisiones en el ámbito económico o temas laborales de los padres.
-Mantiene una relación de intimidad con alguno de los padres, siendo partícipe de confidencias o secretos de la pareja que no debería conocer.
-Recoge las quejas y reproches que se dan entre los padres y opina de los temas de la pareja posicionándose a favor de uno y en contra del otro.
Aunque hay ocasiones en las que un hijo puede tomar parcialmente algunas de las responsabilidades de sus padres y ser algo adaptativo (como por ejemplo en una enfermedad del padre o la madre), el tipo de situaciones que hemos descrito pueden ser muy perjudiciales para el desarrollo emocional de los hijos, y causar en determinados casos, problemas psicológicos en ellos.
Cuando observamos estas dinámicas, encontramos con frecuencia que uno de los padres está fomentando o favoreciendo la situación, y busca en el hijo “parentificado” un apoyo en el que volcar sus problemas o frustraciones de pareja. Es habitual descubrir por tanto un conflicto en la relación de los padres que, una vez resuelto, devolverá al hijo a la posición que debe ocupar dentro de los hermanos. Cuando el hijo regresa a la posición que le pertenece dentro de la jerarquía familiar, aunque al principio lo vive mal porque siente que pierde poder, a medio plazo sentirá un gran alivio al poder desprenderse de la responsabilidad que llevaba a sus espaldas.
http://ysinembargotequiero.com/blog/page/3/