En nuestro camino diario a la felicidad verdadera caemos en determinadas actitudes, preocupaciones o pensamientos que nos alejan de nuestro auténtico propósito. Preocuparse, rumiar sobre las cosas una y otra vez no significa que realmente estemos haciendo algo para cambiar nuestra situación, en verdad esto es una trampa muy habitual de nuestra mente. Creemos que si nos preocupamos estamos evitando los problemas o ayudando en algo. Así que hoy reflexionaremos juntos acerca de lo que deberíamos hacer y no hacer para vivir con mayor felicidad.
No asumamos las cosas: En la comunicación con el otro es sumamente frecuente que nosotros caigamos en la tentación de asumir ciertas cosas como ciertas, cuando en realidad podemos estar equivocándonos demasiado. Al asumir algo erróneo vamos a involucrarnos en una discusión sin sentido o cierta decepción. Así que ante la duda ya saben, lo mejor es preguntar. No podemos leer la mente de los demás y solemos malinterpretar lo que el otro quiere transmitirnos. Seamos cuidadosos con esta problemática actitud.
No a las expectativas desmesuradas: A veces poseemos expectativas muy poco realistas acerca de nosotros mismos, lo que puede llegar a suceder en nuestro trabajo o futuro, incluso acerca del comportamiento de los demás. Seamos concientes de nuestras limitaciones y las limitaciones de los demás, el mundo no gira en sintonía a nuestros tiempos o caprichos y eso es algo que todos debemos tener muy en claro para cultivar vínculos y actitudes más saludables.
No juzgar: Podemos ser unos jueces muy crueles con los otros y nosotros, en realidad todos vamos a equivocarnos, premisa fundamental del ser humano. Muchas veces solamente sabemos una pequeña parte de la información, muy poca como para inmiscuirnos tajantemente en la vida de los demás.
No preocuparse excesivamente por el dinero: El dinero es importante para sobrevivir y también disfrutar, pero cantidades desmesuradas del mismo no van a brindarnos tanta felicidad. La ambición exagerada solamente nos hace sentir infelices, ya que como cualquier meta inalcanzable, nos termina frustrando tanto que abandonamos lo que hacemos antes de comenzarlo siquiera. Existen muchas motivaciones psicológicas a la hora de ganar más dinero, algunas personas buscan status, otras seguridad. La relación con el dinero debería ser saludable. Una vez que ya tenemos el suficiente para cubrir nuestros gastos y pequeños placeres, el dinero que venga más allá de eso no aportará a nuestro nivel de felicidad. No nos presionemos tanto a la hora de generar ingresos porque eso seguramente nos va a entristecer.
Caminemos más: Cuando nos despertamos con poca energía es bueno que aprovechemos a caminar hacia nuestro trabajo, para concentrarnos solamente en esa actividad, activar las endorfinas y de a poco levantarnos el estado de ánimo.
Hablemos con los demás: Cuando tenemos un problema y no logramos poner las cosas en perspectiva, resulta muy fructífero poder comentarlo con alguien de nuestra confianza para que nos ofrezca otra mirada o al menos podamos sacar esa angustia de nuestro sistema. Ser demasiado reservados puede traer consecuencias negativas, ya que podemos creer que no hay nadie que nos quiera escuchar o simplemente hay veces que tenemos demasiada carga emocional con la cual lidiar, y es curativo poder desahogarse.
Una tarea a la vez: Cuando estemos en el trabajo y querramos ser productivos, lo mejor es tener en claro que objetivos tenemos que cumplir ese día y que podamos ir cumpliéndolos un paso a la vez. Hacer demasiadas cosas al mismo tiempo nos genera más ansiedad y no nos permite perdernos en esa tarea y concentrarnos correctamente.
Vivamos en gratitud: Somos mucho más afortunados de lo que creemos y cuando las cosas no están saliendo como esperamos, es interesante que podamos recordar todas aquellas que sí funcionan en nuestra vida, que no todo está tan perdido como creemos y que siempre hay algo fuerte donde poder sostenernos.
La vida es demasiado corta como para preocuparse exageradamente, si bien todos tenemos nuestras batallas con las cuales lidiar, no hagamos las cosas más difíciles de lo que tienen que ser. Entrenar habilidades emocionales y cambiar nuestro estilo de pensamiento son algunas de los caminos para poder vivir desde el bienestar.
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