Hablar de la necesidad de la humanidad es aludir a la necesidad del HOMBRE, del SER HUMANO, de cada uno de nosotros; seamos como seamos. Muchas veces he reflexionado sobre lo que nos diferencia a las personas. Concretamente sobre lo que nos hace distintos a los que sentimos tan diferente. Y he llegado a la conclusión de que las personas que son más agresivas, que tienen una dosis de ironía amarga que escupen sin ton ni son a cada paso; los que no pueden evitar la envidia, el malsano deseo de ver perjudicado al otro; los que abruman y pisotean la libertad del de enfrente, los de mirada sucia y pensamiento indigno; aquellos que increpan, insultan y maltratan…esos y otros aún peores…todos, sin diferencia tienen en la base de su comportamiento una inmensa necesidad de amor. Un pasado marcado por la represión y la destrucción de su autoestima, una terrible y desmesurada necesidad de ser queridos y un impedimento absoluto para dar y recibir amor, al mismo tiempo. Y sin embargo…lo necesitan tanto!!. La reacción que nos provocan todos estos individuos es contraria a la que deberíamos tener para sanar sus emociones y colaborar con el cambio de su sentir. Los rechazamos, los exiliamos de nuestro afecto, les reprobamos y excluimos, les odiamos incluso sin saber que con todo ello les hundimos mucho más en su propia miseria de amor. Es difícil amar a quien nos perjudica de una u otra forma. Pero es el único camino de ser parte de su transformación; cambio en el que por ser parte de su vida, de cualquier forma, estamos obligados a propiciar. Nuestra bondad no puede quedarse en los límites de nuestro interior. No sería generosa, ni productiva, ni estaría instalada en la acción y el crecimiento. Nunca he entendido la contemplación mística encerrada en sí misma y ajena al mundo y sus desgracias. No he entendido el ánimo que sostiene a las monjas de clausura. No entiendo la bondad enlatada. En sí misma, ésta debe ser motor de proyección y dinámica de construcción en todo el entorno que afecte a quien abandera su legítima dignidad.
No podemos quedarnos parados ante los que sufren…y las personas que actúan en el límite de lo indeseable…son infelices…aunque no lo sepan.
La necesidad de AMOR nos incluye a todos, igual que a todos nos compete construir este amor a pesar de todo. Esta es la primera lección que he aprendido estos días. Ponerla en práctica…me va a llevar tiempo, pero he comenzado con un primer paso, ya mismo.