Tal como la describe Taisha Abelar, esta forma de meditación es uno de los métodos de entrenamiento tradicional de los shamanes.
La realizamos en contacto con la naturaleza, en un lugar con abundancia de árboles.
Seleccionamos uno de ellos, usando nuestra intuición, nuestra sintonía energética.
Una vez elegido buscamos una rama y nos sentamos, evitando todo contacto de nuestros pies con el piso.
Si esto no fuera posible por las características del árbol, nos sentaremos en el suelo con la columna plenamente apoyada en el tronco.
Practicamos una respiración plena y profunda. Inhalamos por la nariz y exhalamos por la boca ligeramente entreabierta.
Permitimos que nuestra energía se funda con la del árbol, y luego con toda la naturaleza.
Permanecemos en meditación al menos unos quince minutos.
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