El origen primario de la “novela” está en el seno familiar, como la mayor parte de lo que somos. Posteriormente vamos agregando leyendas: del círculo familiar cercano, de la escuela y de los amigos y contrarios. Más adelante, otras personas que interactúen con nosotros, si lo permitimos, irán escribiendo más fragmentos de historietas que se graban en la mente.
La Leyenda Personal, ya de adulto, es todo un texto mental que a diario leemos pues es la guía de vida. Son los paradigmas a través de los cuales juzgamos, tomamos decisiones, sentimos emociones y adoptamos conductas que pueden ser la diferencia entre la felicidad e infelicidad, y entre la turbulencia y la paz interior.
Nos decimos de cosas, pues repetimos el discurso de la leyenda y creemos lo que a diario expresamos - ¿acaso podría ser de otro modo? Lo que, día a día, dialogamos interiormente proviene del ego que se nutre con pensamientos que están escritos en esa historia. Y la creemos a ciegas, pues nos la hemos remachado – y los otros también - como si fuera una plegaria habitual.
El diálogo interno puede ser malo o bueno, para los propósitos cotidianos y para los trascendentes. Somos lo que creemos que somos por lo que nos platicamos diariamente; y difícilmente nos detenemos a cuestionar la validez de esas historias, aunque nos hagan daño.
El dialogo interno es la voz que nos hace creer que somos capaces o ineptos, tímidos o desenvueltos, valientes o temerosos, exitosos o fracasados y así sucesivamente en una cadena sinfín de leyendas alrededor de lo que el ego está acostumbrado a pensar.
No podemos vivir sin el ego… para las cosas prácticas. Y sí podemos transformar la leyenda o dialogo íntimo – con trabajo al interior nuestro – en pensamientos positivos que sean mejores y más saludables guías para la existencia.
Así, la plataforma de cambio, de la turbulencia a la paz, de la infelicidad a la felicidad, estará sobre pensamientos eficaces. La mente dará lectura a otros textos que nos hagan sentir y ser mejores. De eso se trata la vida… ¿O no?
No obstante, como todo cambio que se nos presente, nos resistimos a borrar la leyenda que nos forjamos con los años
– “Es que sin esa historia, yo ya no seré yo” – diría el ego; y también las personas que vean nuestro cambio de actuación. En especial, si el cambio les hace perder influencia o control sobre nosotros. Sin embargo, recordemos que cada quien es responsable de lo que le sucede en su vida.
Si queremos mejorar habrá que modificar el dialogo interior. Volver la hoja a la leyenda que nos hemos relatado toda la vida y que, a fuerza de rutina, se convirtió en “realidad”.
Hoy eres el producto de lo que pensaste en el ayer; mañana serás el fruto de tus pensamientos de hoy. Y si no te funcionan, habrá que escribir una nueva, feliz, pacífica, ecológica y eficaz leyenda personal.
Atrévete a cambiar tu Leyenda Personal. No tendrás otra vida para ello. En ti está la posibilidad de ser el escritor de tu destino.
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DR © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción sin el permiso del autor.