Se puede decir que el hombre moderno pasa por la vida sin realmente percibirla. Si se toma como ejemplo a las personas que viven en áreas de elevada contaminación atmosférica, como son los complejos industriales y las grandes metrópolis, dichas personas afirman que con el tiempo ya no sienten el mal olor en el aire ni se incomodan con la irritación en los ojos. Debido a ese acomodamiento gradual, se vuelven crónicos los procesos de degeneración física y se limita el desarrollo superior de los sentidos externos e internos.
Por pautar la vida en la acción inmediata, teniendo en vista sólo el bienestar personal, gran parte de los seres humanos no logra captar lo que realmente pasa dentro de sí y a su alrededor. Pueden estar en un ambiente en el cual los planos sutiles son una potente dínamo de energías cósmicas, pero tampoco se dan cuenta de esos aspectos imperceptibles. Por no encontrarse en sintonía con la frecuencia emitida por esas energías, no se dejan tocar conscientemente por sus irradiaciones.
El perfeccionamiento de la capacidad de relacionarse de modo lúcido con esas vibraciones puede ser comparado a la sintonización de un aparato de radio: para recibir determinadas señales, es necesario que esté en la frecuencia correcta. ¿Cómo puede un individuo contactar esferas de vida divina si restringe su realización al ámbito humano, focalizándose prioritariamente en sí mismo y en sus ideales? Por eso, el trabajo evolutivo auténtico consiste en el alineamiento de la consciencia con valores trascendentes.
Sin embargo, debe recordarse que, del mismo modo que los aparatos de radio pueden ser sintonizados en diferentes frecuencias, la consciencia puede cambiar de sintonía y contactar fuentes que transmiten estímulos más elevados. La atracción de los núcleos internos, polarizados en planos superiores, es lo que promueve el cambio. Cuando ocurre, la consciencia queda frente a una prueba: puede integrarse a la vibración que le está siendo revelada o permanecer en la frecuencia antigua. Las ayudas para evolucionar son siempre ofrecidas, pero al yo consciente le corresponde aceptarlas o no.
Extraído del libro "Nuevos Oráculos" – Trigueirinho
Editorial Kier
Páginas 59 y 60