No voy a hablar de prostitución como hecho social sino como deseo sexual:
Casos ilustrativos
Vicente no se atreve a mantener relaciones con chicas de su edad, así que utiliza lugares donde puede encontrar sexo directo y rápido aunque sea pagando.
Carlos y Sandra son pareja y, de vez en cuando, contratan los servicios sexuales de un chico para hacer tríos. A Carlos le gusta sentir cómo el chico le penetra a él mientras él penetra a su pareja.
Tomás tiene 35 años. Más allá de que gane o deje de ganar dinero, prostituirse dice que le sirve para conocer personas de alto nivel y acceder a contactos que, de otra manera, no podría obtener.
Mara está casada pero va un centro de alto nivel en el que se prostituye y mantiene relaciones con hombres que, de otra manera, no podría permitirse.
Como puede verse no hay una fórmula fija ni para el uso ni para el propio ejercicio de la prostitución. Las opciones son diversas, desde personas como Vicente que usan la usan como escape y huída de sus complejos -y quizás problemas personales de relación- hasta el caso de Mara, mujer que quizás no se permite –por su educación y nivel social- mantener relaciones sexuales abiertas si no es con la excusa de que se le pague.
Hay varias películas que han abordado el uso de la prostitución como un alternativa sexual asociada a diversas razones:
En la película “Loca”[1] cuya protagonista es Barbara Streisand el personaje se prostituye como consecuencia de la educación que recibió de su padre. Cuando era pequeña –cuenta el filme- su padre le daba dinero para que se callara y se supone que el ser prostituta de mayor es una manera de repetir la falta de amor de su padre hacia ella. En este caso se trataría de una conducta patológica y dependiente en tanto que la prostitución se ejerce como consecuencia de un trastorno emocional de la infancia.
En al película “Belle de jour”[2] (existe también un libro de mismo título) la actriz Catherine Deneuve interpreta a una señora de alta sociedad que siente deseos de prostituirse como aparente escape a la aburrida vida que lleva en general con su esposo.
Y esta alternativas no agotan todas las posibilidades reales que pueda haber: necesidad de experimentar, deseo de ser poseídos, sexo entendido como un xxxxxx de “doy a cambio de recibir”, o el caso expuesto más arriba de Tomás que usa el hecho de la prostitución, no como un fin en sí mismo, sino como una oportunidad para establecer contactos de nivel… En muchos de estos casos y, cuando sólo se recurre al sexo pagado para permitirse la expresión del deseo sexual, propongo que existen dependencias o faltas de comunicación encubiertas y que sería recomendable el abordar los temas de manera clara y abierta. Tomás puede acceder a niveles altos estudiando o trabajando en este círculo pero quizás elige la vender su cuerpo como una vía rápida de acceso a lo que dice que quiere. Y porque no siente de si mismo que pueda vender otra cosa (falta de valoración personal).
En estos casos la prostitución parece funcionar como un código o símbolo, un lenguaje que sustituye una pretensión de algo: el nivel social, el aburrimiento con la pareja, la compensación por un trauma del pasado. La mente necesita compensar y, en el sexo, encuentra una pantalla excepcional, una manera de hacerse ver en tanto que la sexualidad implica la relación con el otro. Un otro que se desea pero también asusta. Entonces ese otro actúa prácticamente de fantasma que necesita espantarse.
[1] Del director Martín Ritt, año 1987.
[2] Del director Luis Buñuel, año 1967.
http://www.mentirasdelsexo.com/2009/12/el-deseo-de-prostituirse/#more-304