¿Por qué tenemos a veces la sensación de encontrarnos en una situación de estancamiento vital? Este estado sucede cuando percibimos en nuestro interior una especie de parálisis, de bloqueo. Querríamos experimentar algún cambio, externo o interno que nos estimulara a salir de la desagradable sensación de inmovilidad.
Al igual que el agua estancada se vuelve turbia, así nuestra mente se siente prisionera de la confusión y de la ambigüedad.
¿Cómo podemos detectar las manifestaciones del estado de estancamiento?. Estas, serían:
1.- Mente turbia.
2.-Dispersión en la acción.
3.- Tensión física, ansiedad.
4.-Rigidéz mental.
5.-Rutinas, conductas repetitivas, compulsivas.
6.-Miedo al cambio, inmovilidad.
7.-Desgana, apatía.
8.-Anclaje en el pasado, miedo al futuro.
9.-Aislamiento, desconexión.
Lo que en realidad esconde el estancamiento vital, suele ser un conflicto que no hemos hecho del todo consciente. Como su nombre indica, un conflicto es una lucha interna, una tensión producida por dos fuerzas antagónicas (quiero/no quiero). Ambas fuerzas tiran de nosotros produciendo un estado de inmovilidad tensa, como de estar “entre la espada y la pared”.
Quizá, una parte nuestra necesita un cambio drástico y otra se aferra al “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
Para salir del estado de estancamiento vital, lo primero que deberíamos hacer es algo muy simple: Aflojar la tensión, relajarnos, dejarnos fluir. Solo desde un estado de calma, puede revelarse el conflicto interno. Al aflorar y verlo, sin juzgarlo, llega la claridad, como las aguas que fluyen.
Una pregunta clave que nos puede ayudar a romper el estado de estancamiento, sería: “¿Qué estoy dispuesto a cambiar?”. Por lógica, para salir de la inercia, tendremos que mover algo, ya que, si seguimos como estamos, tendremos más de lo mismo. Para movilizarnos, uno debe crear algo distinto, pero no desde la exigencia y la compulsión, sino desde la calma: Soltar, fluir, en vez de luchar.
El objetivo sería pasar del estado de estancamiento al de progreso. No se trata tanto de buscar respuestas o soluciones fuera, sino dentro, en nuestro interior. Termino con un poema de Lao Tse, el autor del famoso libro “Tao te King”:
“No tienes que salir por la puerta
Para saber qué ocurre en el mundo.
No tienes que mirar por la ventana
Para ver el camino del cielo.
Cuanto más lejos vayas,
menos sabrás.
Así, el alma sabia
No va, pero sabe;
No mira, pero vé;
No hace, pero consigue que se haga.
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