Síntesis
La fluidez de la energía es uno de los aspectos, más ricos y particulares del Movimiento Orgánico, mediante el cual todo el cuerpo se siente activado de una manera relajante y placentera.
Palabras Clave
Movimiento orgánico, gimnasia consciente, energía corporal, relajación, distensión, equilibrio corporal, pelvis, organismo.
Movimiento Orgánico (MO) es sinónimo de movimiento natural porque se basa en su aplicación según las leyes naturales del movimiento[1]. Se basa en la concepción del cuerpo como un sistema dinámico móvil, donde las piezas que lo forman y posibilitan el movimiento, actúan unas sobre otras en un continuo permanente.
El MO desarrolla su metodología de forma distinta a lo habitual y coyuntural sin que deje de tener aspectos comunes y concepciones corporales similares a otras técnicas. En principio, el MO no impone sujeciones al cuerpo, fijando unas zonas para trabajar otras, lo que puede producir una cierta rigidez corporal general. (Rigidez significa contracción crónica, contractura, músculo acortado y duro, que produce dolor e impide moverse).
Por el contrario, lo primero que necesita el cuerpo es soltarse, desbloquearse, deshacer los nudos musculares, la rigidez, la contractura, el dolor, y hacerse libre y natural en su movimiento, facilitándo que las diversas piezas corporales se sientan a la vez unidas y formando parte de las demás pero con una cierta libertad. Sintiendo que las demás influyen en ella y ella en las demás. Todo esto exige un proceso más o menos largo de trabajo, porque nuestra rigidez es crónica, educativa, emocional y cultural. Desde la infancia nos han impedido movernos libremente, fueron coartados los modos naturales del movimiento progresivamente, de manera que los músculos han ido perdiendo su elasticidad y flexibilidad, volviendo a los movimientos rígidos y estereotipados. Los problemas físicos existentes, en muchos casos se deben a esa rigidez y estereotipia. Pero no solo son problemas físicos, porque la rigidez impide a su vez la sensibilidad.
No obstante, hay que tener en cuenta que, en la aplicación del MO se pueden dejar fijas unas partes del cuerpo, mientras se trabajan otras zonas con diversos objetivos y conscientes de lo que se hace.
Estos objetivos son, primero: lograr la independencia segmentaria y articular de las diferentes zonas corporales consiguiendo el ajuste del tono, tensión o energía, la fluidez armónica del movimiento y las diferentes coordinaciones, diluyendo progresivamente las tensiones inútiles causa de dolencias y desajustes anatómicos.
El segundo objetivo, inseparable del anterior: distender y sensibilizar la zona en cuestión para poder recibir y transmitir los impulsos energéticos y de movimiento de otras zonas, desbloqueándola, haciéndola más receptiva y más disponible.
Y tercero, puede ser abordado con la intención de “curar”, corrigiendo problemas óseos, de las articulaciones o de los músculos que padecen acortamientos, rigideces, tensiones, desviaciones y por lo tanto, dolencias varias.
Pero el MO, no hace esto siempre como una rutina, como un hábito impuesto ni como una regla fija que hay que cumplir sin salirse de ella. Si así lo hiciéramos se perjudicaría al conjunto del cuerpo, al equilibrio dinámico de su energía, a la fluidez desde sus diferentes zonas, a su armonía total, a su sensibilidad y disponibilidad, a su salud integral.
El MO concibe al cuerpo, en la teoría y en la práctica, como un organismo vivo en el que todo lo que se hace en un punto afecta a la totalidad. Por ello, una vez realizada la tarea de Independización segmentaria, con todo lo que ello conlleva, como hemos explicado, retomaremos el trabajo global del conjunto del cuerpo. Trabajaremos siempre desde lo global a lo particular, desde lo segmentario a lo total; en una retroalimentación y armonización continua entre las partes y el todo; entre el todo y las partes; viendo las interferencias y relaciones que se dan entre unas zonas y otras en su relación con la globalidad. Viendo si la respuesta es natural y adecuada en unos casos, o por el contrario en otros los impedimentos que hay, extrayendo de ello las formas de resolverlos.
Si sujetamos una zona con el objetivo de sanarla, no solo no podemos sanarla, sino que podemos perjudicar a la totalidad. No se dañará nada en caso de que tengamos en cuenta muchas leyes naturales del movimiento y del cuerpo y si no insistimos en mantener los corsés que atan al cuerpo demasiado tiempo.
Uno de los principios básicos del MO es lo que denominamos “el pasaje de la energía”.
La energía es algo real, no es una ilusión, ni una ambigüedad, ni una metáfora… como nos da la impresión que es cuando oímos hablar de ella a manudo. La energía es la fuerza que se transmite por los músculos y que moviliza los huesos. No reside en la sangre ni en la respiración, ni en las hormonas, ni en ningún sitio especial del cuerpo ni fuera de él. Ni se consigue actuando en un órgano o en una parte única del cuerpo. Por el contrario, todos y cada uno de los sistemas que conforman el organismo humano contribuyan al mantenimiento de la energía y a su armonización. Pero la circulación de esa energía y la consecución de su grado óptimo, armónico y equilibrado, dentro del dinamismo y del equilibrio estático, reside en el tono muscular.
El pasaje de energía es uno de los aspectos que intenta desarrollar desde el comienzo el MO. Se trata de que la energía circule desde su lugar de origen, -que puede ser diverso-, hacia el conjunto del cuerpo. Esto es verdad con algunos matices que no voy a exponer ahora. Supongamos por ejemplo, que realizamos un movimiento cuyo origen es la pelvis, -centro energético por excelencia y centro de gravedad del cuerpo-. Lo natural de esa fuerza, de esa energía, es que se transmita hacia los extremos, recorriendo la columna vértebra a vértebra hacia la cabeza en una dirección y hacia los pies a través de las piernas, en la otra.
Esa circulación natural de la energía, riega, activa, y moviliza todo el cuerpo, articulación por articulación, vértebra por vértebra, hueso por hueso, desde el centro a la periferia. De ese modo el pasaje de la energía se siente como un oleaje continuo, agradable, relajante y energético, desde el centro a la periferia y desde la periferia al centro.
Mediante esa circulación adecuada de la energía, todas las partes del cuerpo se mantienen tonificadas, elásticas, flexibles, fuertes, receptivas, disponibles, sensibles… No sólo huesos, músculos y articulaciones si no el conjunto de los órganos y sus funciones que sienten y disfrutan un masaje continuo.
Pero eso no ocurre habitualmente, lo natural se ha desnaturalizado, lo natural no es lo habitual. La educación de la que hablamos al principio, encorseta, reprime, impide el libre movimiento, igual que el trabajo, algunos deportes y algunas técnicas corporales. Con ello, los músculos quedan bloqueados, fijos, rígidos, pierden elasticidad, la energía queda bloqueada, las articulaciones se anquilosan y de ese modo los cuerpos quedan robotizados, desgarbados, sin armonía, con malas posturas, con desequilibrios de tensión.
Ello lógicamente, causa diversos malestares y dolores de los que cabe destacar los problemas en la zona lumbar, dorsal, y cervical.
En MO no se realizan series, tablas, o recetas fijas de ejercicios. Basándonos en las leyes naturales del movimiento, experimentadas y estudiadas en nosotros mismos y en nuestr@s alumna@s durante muchos años, creamos “melodías” de ejercicios de movimiento, de un modo similar a como con unas pocas notas musicales se pueden crear infinidad de melodías distintas siempre. De ese modo, el movimiento se siente como un oleaje permanente que riega y vivifica todo el cuerpo, agradable, placentero, sensible y consciente.
[1] Cuerpo en armonía –Leyes naturales del movimiento-. Benito Vallejo. J. INDE Publicaciones
Joaquín Benito Vallejo