Un niño o niña con discapacidad intelectual suele presentar dificultad en los procesos de pensar, entender y aprender, en términos que les resulta más complejo y lento de lograr. Estos procesos son difíciles de adquirir y se desarrollan desde el nacimiento o incluso antes de nacer.
La capacidad de aprendizaje se puede ver afectada tanto por una enfermedad como por vivir en ambientes sin suficiente estimulación. Es muy importante recordar que durante los primeros 5 años de vida el cerebro se encuentra con mayor capacidad de aprender que en todo el resto de la vida, por eso aprovechar este momento de la vida para estimular a tu hijo o hija con alguna discapacidad intelectual, es fundamental para que pueda desarrollar al máximo sus capacidades.
Existen diferentes niveles de severidad en la discapacidad intelectual. La característica principal es que existe mayor lentitud en aprender, en los casos más graves el aprendizaje es mucho menor y al niño o niña le costará mucho más aprender cosas nuevas o de mayor complejidad.
Desde los primeros meses de vida se debe estimular la capacidad de aprendizaje de la guagua. Lo primero es repetir acciones que le provocan risa, por ejemplo, se pueden hacer muecas con el objetivo de que el niño/a ría, si la respuesta esperada se logra, lo volvemos a repetir; otro ejemplo es soplarle la cara suavemente y esperar su respuesta, si el niño se ve agradado, repetirlo; o jugar a esconderse con un pañal sobre la cara (“aquí está, aquí no está”).
Es muy útil que la guagua pueda jugar con elementos seguros que llamen su atención por sus colores, texturas o sonidos, que los pueda chupar y morder.
También es muy positivo leer cuentos, escuchar y cantar música infantil, mostrarle y nombrarle los objetos, las personas y los animales, así como hablarle con cariño acerca de lo que está sucediendo cotidianamente, como por ejemplo: “ahora vamos a comer esta rica papilla”.
A partir del año podemos jugar a esconderle juguetes y ayudarlo, inicialmente, a buscarlos, también es importante enseñarle a guardar los juguetes.
Ya desde los 2 años podemos jugar a reconocer a las personas por su nombre, reconocer las partes de su cuerpo y desde los 3 años jugar a nombrar los colores, las formas y los números.
En general son muy positivos los juegos que permiten al niño explorar nuevas cosas, como jugar con telas de colores llamativos, oler cosas aromáticas, lanzar pelotas, y, ya a partir de los dos años, jugar con lápices, pinturas, plasticinas y otros elementos de manualidades. Es importante que sean adecuados en términos de la seguridad en su manipulación y que haya alguien mayor atento a cualquier necesidad.
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