Los prejuicios reinan alrededor del sexo anal. En general, ellas creen que es algo desagradable y doloroso; y ellos lo relacionan con los homosexuales. Quizá la propia historia haya hecho “daño” en este asunto, ya que no es una práctica que se haya puesto de moda hace dos días. En la antigua Grecia, la superioridad masculina se trasladaba también a la sexual, tomando el hombre a la mujer por detrás, teniendo que adoptar ella una posición sumisa, algo rechazado por muchas. De ahí el nombre popular de “hacer un griego”. Es cierto que el cine pornográfico también ha influido bastante en que los chico, como mínimo, fantaseen con hacerlo.
Sea como fuere, hay de todo: experimentados, principiantes e incluso aquellos que ni se les pasaba por la cabeza y un día cualquiera deciden probarlo. Porque recuerden, no hay que dejar de explorar en el sexo. Probablemente, el problema resida en que la sociedad española “es aún muy ‘coito-hetero-centristas’, es decir, todavía pensamos que lo normal es el coito con penetración vaginal heterosexual”, dice la sexóloga Ana L. Talavera. Por tanto, todo lo que sea penetración anal se considera “una práctica exclusivamente homosexual”.
Aun con ese gran pero por delante, hay cientos de parejas que poco a poco se atreven. A los hombres les pone mucho por la dominación hacia su pareja, y porque al estar el esfínter anal más cerrado, les proporciona una sensación más intensa. Además, la infinidad de terminaciones nerviosas que residen en esa zona hace que se obtenga placer solo con las caricias, sin necesidad en muchos casos de penetración.
Cómo hacerlo
Si se hace con conocimiento, cuidado e higiene, puede ser una gran revelación para ella, para él y para la pareja en sí (sea hetero u homosexual). Es una zona que hay que lubricar mucho. Se pueden utilizar diferentes geles lubricantes y relajantes anales que facilitan la penetración. Al ser un orificio más estrecho, unido al acto reflejo de cerrarse cuando se intenta introducir algo, “es conveniente que se vaya dilatando poco a poco, para facilitar la relajación anal y posteriormente la penetración”, señala Ana L. Talavera. La sexóloga recomienda que se empiece introduciendo un dedo, sin olvidar que tanto la zona anal como el dedo deben estar limpios, así como muy lubricados. En el caso de que se anime la cosa y quieran dar un paso más, aconseja usar “plugs anales que son dilatadores, normalmente de gelatina, flexibles y de acto agradable. Lo idóneo sería pasar de un tamaño a otro de manera gradual hasta llegar al tamaño del pene”.
Ana L. Talavera hace hincapié en que lo primordial en el sexo anal no es que se produzca la penetración con el genital masculino. También se disfruta mucho jugando con el dedo o la lengua, ya que “no es tan importante el destino como el camino que recorramos”. Es más, es algo de lo que también pueden disfrutar los hombres heterosexuales, ya que recordemos, el Punto P de los hombres (lo que equivale al Punto G de las mujeres) está en la próstata y la única forma de llegar ahí es a través del ano. Se encuentra a unos cinco centímetros de éste. Lo más erótico para ellos, puede ser hacerle sexo oral a la par que se estimula la próstata.
La importancia de la higiene
Practicar sexo anal aumenta los riesgos de infección ya que los gérmenes que se encuentran en el ano son los mismos que los de las heces. Por eso es muy importante, lavarse tanto la zona anal como las manos, así como, atención, usar preservativo. No caed en la creencia de porque no hay riesgo de embarazo, no es necesario el condón, ya que las ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) siguen estando presentes. Algunos expertos incluso recomiendan que el ano sea la última parte a explorar en una relación sexual. Por el contrario, si se va a realizar una penetración vaginal después de la rectal, los médicos aconsejan usar un preservativo nuevo.
Aunque puede resultar evidente, Ana L. Talavera insiste en que no hay que olvidar que los participantes del juego tienen que estar “100% dispuestos a pasar un buen rato, sin coacciones, ni obligaciones”. Todos no tienen los mismos gustos ni tienen por qué realizar todas las prácticas sexuales del mundo. Cada uno pone las normas de su juego sexual en sus relaciones eróticas.
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