“Erisictón se puso en marcha con veinte de sus servidores armados de hachas y corrieron hacia el bosque sagrado de Deméter. Había allí un álamo. Fue el que golpearon en primer lugar. Deméter tomó la apariencia de Nicipe a la que la ciudad había hecho sacerdotisa pública.
Tratando de apaciguar al impío mortal, habló así: “Hijo, detente, no sea que Deméter venerada se encolerice, pues es su santuario lo que saqueas”.
Entonces, mirándola fieramente le dijo Erisictón: “Retírate de aquí, no sea que te hunda mi gran hacha en la piel. Con esto techaré mi sala en la que pienso celebrar a diario deliciosos banquetes para mis amigos”. Así habló el joven.
Deméter se encolerizó hasta lo indecible y tornó a su forma de diosa y respondió al violento caudillo: “Sí, sí, constrúyete una sala en la que dar banquetes, pues frecuentes serán los festines que haya para ti en lo sucesivo”.
Una vez dicho esto, al punto puso en él un hambre enorme. Comía e inmediatamente sentía apetito de nuevo y todos los alimentos ingeridos por él fluían sin provecho. Cuando los dientes del infeliz hubieron agotado las bien provistas despensas, entonces, el hijo del rey, fue a sentarse en las encrucijadas, mendigando trozos de pan y desperdicios de comida.”
Calímaco, Himnos VI, a Deméter 32 – 116
Deméter, es la diosa relacionada con la agricultura y el cuidado de la naturaleza, en la mitología griega. El relato que acabamos de citar, en el que aparece un personaje llamado Erisictón, tiene real vigencia, si consideramos la situación actual de depredación y violación del equilibrio que se da en toda la Tierra.
El nombre ‘Erisictón' se compone de dos raíces. La primera, viene de un verbo que significa “arrastrar, arrancar, arrasar”. La segunda, se puede traducir por tierra: ‘ cton '. O sea, que Erisictón es el que arrasa la Tierra . Como ya sabemos, los personajes de los mitos, evocan cualidades humanas. Es decir, que Erisictón, alude a la faceta arrasadora que tenemos los humanos respecto de la Tierra , acentuada en los últimos siglos por las “civilizaciones”. La disputa con Deméter, nos revela que la diosa es la primera ecologista.
Erisictón, personaje brutal y desmedido, desoyendo las advertencias de Deméter, tala un bosque sagrado para construir su sala de banquetes.
La respuesta de la diosa ante esta acción de Erisictón, no es, simplemente, una condena a pasar hambre, sino a un hambre insaciable . Lo hunde en un estado en el que, por más que coma, no va a saciar su hambre. Es muy interesante la diferencia, porque se está refiriendo a la lógica del consumo desenfrenado, sin medida.
El supuesto “castigo” de la diosa, encierra una gran sabiduría, no es algo ajeno al error cometido, sino que lleva el error a su extremo. Aquí, es como si Deméter le dijese: “Bien, ¿para ti no hay límite alguno? ¿No hay nada sagrado? Entonces, tampoco va a tener límite tu hambre”.
Erisictón llega a prostituir a su propia hija para conseguir alimentos y, finalmente, termina comiéndose a sí mismo. Esta falta de toda jerarquía, de todo límite a la codicia es autodestructiva. Una oportuna advertencia acerca de la suicida tendencia consumista que va aceleradamente ganando a los actuales “erisictones”.
Ani Zetina