Cuando en 1925 Floyd Collins entró en la Mammoth Cave, la cueva más larga del mundo, poco se dio cuenta de que muy pronto se convertiría en un héroe popular nacional. Su atrapamiento y los posteriores esfuerzos para liberarlo atrajo la atención mundial, convirtiéndose en uno de los eventos noticiosos más sensacionalistas del siglo XX.
Durante dos angustiosas semanas se prolongó la lucha por salvar a Floyd Collins de una muerte segura. William Burke Miller fue protagonista en este dramático suceso, un reportaje que describe en primera persona su participación en el drama, un trabajo que le reportó el Premio Pulitzer.
El 2 de febrero de 1925, un pelirrojo, delgaducho y novato reportero del Courier Journal de Louisville, había ido a comprobar el rumor de que un hombre llamado Floyd Collins se hallaba atrapado en una caverna subterránea.
Las grutas habían ejercido siempre extraña fascinación sobre Floyd. Años atrás, yendo en persecución de una marmota había descubierto la caverna conocida con el nombre de Gruta de Cristal, que más tarde se convirtió en una lucrativa atracción turística.
Cuando William Burke Miller llegó al borde del profundo barranco en el cual, bajo un rocoso resalto, se abría la entrada de una gran cueva de arena,.. se encontró con un gran número de hombres agrupados en torno a una fogata, entre ellos Homer Collins, cubierto de lodo y tiritando de frío. Momentos antes había vuelto de la cueva, en la que penetró para tratar nuevamente de salvar a su hermano…Con mirada interrogativa y sacudiendo la cabeza, lamentaba el suceso de su hermano que contaba con 37 años de edad.
El primero en internarse en la cueva en busca de Floyd fue su hermano, reptando por el estrecho, tortuoso, húmedo y oscuro socavón llegó hasta Floyd, quien tenía el pie cogido en una grieta de la cual le impedía escapar, estaba embutido en aquella angosta galería subterránea como el corcho en el cuello de una botella. Dos días con sus noches llevaba Homer de hacer repetidos viajes al interior de la cueva, a fin de proporcionar alimentos a Floyd, así como sacos para resguardarse de la humedad. Fue entonces cuando el novato reportero del Courier Journal decidió descender para ofrecer una noticia de primera mano.
Avanzando a rastras quedó poco a poco envuelto en la oscuridad más completa. A pesar de ser delgaducho, tenía que contener la respiración al deslizarse por los sitios más estrechos del pasadizo, tras un buen rato de descenso y presa de espantosa soledad, gritó “Floyd, hola, esta ahí?“…la única respuesta fue su propia voz devuelta por el eco.
Llego al fin hasta una pendiente muy inclinada,..tras resbalar en la oscuridad dio de cabeza contra una masa húmeda que se movía,.. era Floyd Collins, yacía de lado, con el brazo izquierdo debajo del cuerpo y el derecho oprimido contra el costado por una piedra saliente. Sus primeras palabras fueron “tapeme, tapeme….el agua“…dijo con voz quebrada…El agua había estado goteando de continuo sobre su cara, un verdadero suplicio y tortura. Como ningún auxilio podía prestarle en esas circustancias, le dirigió unas palabras de consuelo y tomó el penoso camino de vuelta hacia la salida de la cueva.
Aunque la distancia desde la superficie, en linea recta, era sólo de 18 metros, las vueltas y revueltas del pasadizo lo alargaban mucho metros más, y si todo esto va acompañado de mucha agua y fango, resultaba una labor de rescate casi imposible. Pero la esperanza es lo último que se perdió, y de nuevo el joven Burke decidió emprender otro descenso a la cueva. Esta vez acompañado de Homer y el bombero Robert Bardon, llevaban alimentos y un aparejo con el cual prometían librar a Floyd…Pero lo angosto del pasadizo y lo resbaloso del suelo privaba de un buen punto de apoyo,..lamentablemente fue imposible mover a Floyd Collins. Para más inri, a poco de haber salido, una parte de la cueva se derrumbó obstruyendo el pasadizo que llevaba al lugar donde yacía Floyd.
Al día siguiente el 3 de febrero, su aflictiva situación había conmovido al mundo entero. Docenas de periodistas acudían a lo que acabó por conocerse con el nombre de La Caverna de Arena. La Cruz Roja mandó enfermeras, material de urgencia, tiendas y catres de campaña para quienes se prestasen en ayuda del salvamento. De todas partes recibían telegramas con recomendaciones y frases alentadoras, además de donativos que sumaron miles de dólares. Un centenar de peones del ferrocarril de Louisville y Nashville llegaron a fin de ayudar en los trabajos de excavación, incluso una señora de Chicago ofreció un avión privado con dos cirujanos, para que, en caso necesario amputasen a Collins el pie que le tenía aprisionado….El mundo vivía en ansiosa expectativa las noticias sobre aquella lucha mortal.
Los informes y la entrevista del joven Burke realizada sobre el pobre Collins fueron ampliamente distribuidos a través del telégrafo e impreso por multitud de periódicos de todo el país, y los intentos de rescate fueron seguidos por boletines de noticias difundidas a través de la radio.. En una de las entrevistas se notó a Floyd tremendamente agotado, dijo que había visto en sueños ángeles que montados a lomos de caballos blancos, le traían emparedados de pollo…Su mente comenzaba a deteriorarse.
La incertidumbre creo un gran circo mediático, las autoridades tuvieron que despachar tropas de la Guardia Nacional para contener a la hormigueante muchedumbre que se agolpaba a la puerta de la cueva. Según suele acontecer durante sucesos que conmueven hondamente, al lado de la emoción generosa asomaba el interés egoísta….Mientras los voluntarios trabajaban sin darse reposo y en condiciones penosas, los vendedores pregonaban bocadillos y buenas vistas de la Gruta de Cristal.
No había otra solución, remover la entrada podría ocasionar otro derrumbe, así que con sombría y tenacidad los voluntarios se precipitaron a excavar un túnel alternativo. Como el empleo de dinamita o maquinaria pesada podría exponerse a un nuevo derrumbe se utilizó únicamente el pico y la pala. En el teatro del drama, al lado de obreros diestros en tales faenas, escolares inexpertos cavaban afanosamente el pozo que iba penetrando con desesperante lentitud…Muchos fueron los problemas que encontraron, arenas movedizas que cegaban la excavación, grandes capas de roca viva que les era preciso romper a golpe de acotillo y como no la climatología que no fue del todo benevola con el equipo de salvamento.
En tanto continuaban excavando día y noche, disminuían más y más las esperanzas, éste llevaba 7 días sin probar alimento alguno. Una vez alcanzada la profundidad de 17 metros, se comenzó a cavar un túnel en linea lateral hacia el lugar donde yacía Floyd. El 16 de febrero al mediodía el túnel desembocó unos metros arriba, súbito silencio reino entre los allí presentes, Ed Brennan, minero que había trabajado sin cesar en la excavación, se deslizó en la gruta,..instantes después, al volver de allí dijo tristemente esta sola palabra…“Muerto“.
El médico forense reunió un jurado en el cenagoso fondo del túnel. Uno a uno se deslizaron los miembros del jurado para identificar a Floyd Collins y atestiguar su fallecimiento. Se acordó darle sepultura en el mismo lugar que yacía, su hermano se introdujo a rastras para acercarse al cadáver y asearle suavemente la desfigurada faz…Después cerraron por completo la entrada de la cueva. El reverendo Roy Biser pronunció la oración fúnebre,…“Grutas y cavernas estuvieron siempre en la mente de Floyd Collins, duerme ahora en paz en su sepulcro de piedra“.
Pasaron muchos años hasta que se volvió abrir la entrada, el cadáver de Floyd Collins fue trasladado a la Gruta de Cristal, la hermosa caverna descubierta por él cuando perseguía una marmota. Allí reposa en un ataúd de plata. Pese a haber fracasado, no fueron en vano los esfuerzos hechos para salvarle. Padeció indecibles torturas cuya sola idea de pensarlo causa escalofríos, una historia que hiela el corazón al más valeroso, comentó William Burke Miller concluyendo su artículo para el Courier Journal que le valió por su seguimiento un premio Pulitzer.
La vida y la muerte de Floyd Collins ha sido inspiración de documentales, libros e incluso musicales, así como adaptación de cuentos y canciones a menudo contadas por espeleólogos. Uno de los libros más significativos fue “Atrapado“, documentado por Roger W. Brucker y Robert K. Murray, publicado en 1983.
http://elbauldejosete.wordpress.com/2010/04/03/atrapado-en-la-mammoth-cave/