Cuando mi hijo duerme conmigo… ¿En qué afecta?

Con frecuencia se escucha que padres e hijos duermen en la misma cama, pero muchos papás no saben cuáles pueden ser las consecuencias de lo anterior…
Las razones para que los hijos duerman con papá y/o mamá pueden variar, desde el cuidado de los hijos hasta el apoyo que esto genera en los padres: porque tiene pesadillas por la noche y creemos que le ayuda a sentirse seguro, porque estamos al pendiente de su necesidad de ir al baño, porque no hay un espacio (cama o cuarto) para él o ella; o porque como padre o madre me siento solo cuando mi pareja no está y la compañía de mi hijo me permite estar más tranquilo, entre muchas otras.
Desde los primeros meses de nacido, mi hijo puede dormir en su cuna; puede estar dentro del mismo cuarto de los padres, o si así lo deciden, en otro cuarto. El hecho de que tengan su propio espacio desde los primeros años de vida favorece el sentido de pertenencia, fomentando una sana independencia haciendo sentir al hijo seguro de sí mismo y de sus padres.
El psicoanalista D. Winnicott menciona que lo más importante es que los padres estén suficientemente cerca para acudir a ellos si hace falta, pero a la vez, suficientemente lejos para permitir que el niño aprenda a desenvolverse en su entorno, enseñándole a su vez a enfrentar sus miedos. Todo esto se verá reflejado en la adultez, formando personas estables, seguras de sí mismas y con un mejor desenvolvimiento y afrontamiento de miedos y/o situaciones difíciles.
Por el contrario, el continuar durmiendo con los padres después de los primeros meses o años de vida puede afectar en los niños creando posible dependencia, inseguridad y dificultad para enfrentar sus miedos. Esto no sólo afecta a los niños, sino también a los padres, por diferentes razones:
- Los padres pierden liderazgo al no poder poner un límite en cuanto a cuándo y dónde se debe dormir, lo que puede hacer sentir inseguro al niño ya que puede no sentirse protegido ante unos padres que no ponen reglas o que el mismo niño “gana”.
- Puede afectar el sueño de ellos también, lo que provoca irritabilidad en sus actividades diarias al no sentir un descanso completo.
- Puede afectar la relación íntima de pareja al no tener espacios privados para dialogar, discutir y tener una vida sexual activa; lo cual afecta directamente a su relación como pareja y ésta, a su vez, de manera indirecta en la relación con sus hijos.
Algunas recomendaciones podrían ser:
- Establecer una estructura que motive a los hijos a llevar a cabo una rutina a la hora de dormir: cambiarse, lavarse los dientes, oraciones, dormir en su cama, etc.
- Leerle cuentos, cantar canciones y/o platicar con ellos antes de dormir. Esto favorecerá la sensación del niño de convivencia y atención por parte de los padres.
- Si existen temores nocturnos, explorarlos, preguntarles a qué y por qué temen, aclarando dudas y fomentando la confianza. Si a pesar de esto, continúan las dificultades, puede dejar una pequeña luz encendida, la puerta abierta, hasta que, poco a poco, logre dejar de depender de estos factores.
- Explicar a detalle lo que sucede cuando lo llevan a dormir a su cama, calmando sus temores, explicando que estarán cerca si le sucede algo, pero remarcando que está seguro en casa. Esto le permitirá tener la capacidad de enfrentar sus miedos, dándole las herramientas emocionales para que tenga mayor seguridad personal y mejor capacidad del manejo de situaciones atemorizantes, difíciles o preocupantes.
- Cada vez que el niño/a vaya a la cama, tener presente que le beneficiará a todos que cada quien duerma en su lugar; esto le permitirá a papá y mamá tener mayor seguridad al hacerlo, evitando sentimientos de culpa y al mismo tiempo, les permitirá respetar su espacio y el de su pareja.
- Ponerse de acuerdo con la pareja, siendo equipo y dándole su lugar y espacio; esto permitirá que en presencia o ausencia de alguno de los dos, los hijos respeten su lugar en la familia y en la casa.

Lic. Ana Banda