El tomar la decisión de vivir juntos como pareja antes del matrimonio, es algo que sin duda despierta muchos sentimientos. Por una parte, emoción, ilusión de “pasar al siguiente nivel”, y por otra, un poco de miedo y duda. ¿Cómo saber que se está tomando la decisión adecuada? ¿Qué esperar una vez iniciada la vida de pareja habitando en la misma casa? ¿Cómo manejar las situaciones difíciles?
Primeramente, la decisión de irse a vivir en pareja tiene que ser bien meditada por ambos, que corresponda a un deseo genuino de convivencia, de llevar la relación a una nueva etapa, y no sólo el querer recortar los gastos propios o salirse de casa de los padres.
Habiendo tomado la decisión de vivir juntos, es posible que comiencen a surgir conflictos. Las dificultades que pueden surgir están asociadas con lo relacionado a los espacios íntimos de cada uno y los de la pareja. Esto es mayor cuando se trata de personas que llevan mucho tiempo viviendo solas y sienten que su intimidad está siendo invadida. Algo que podría ayudar en este sentido, es adaptar espacios de la casa en donde puedan estar “solos”, apropiarse de uno en donde puedan tener algún momento a solas, que inclusive podría funcionar como un espacio al que recurran cuando se tiene algún conflicto y aún no es momento de hablar.
Ahora bien, tomando en cuenta el hecho de que vivir en pareja implica realizar actividades en conjunto cuando antes se realizaban por separado, resulta necesario que, como pareja, logren darse espacio también como individuos. Es decir, que cada uno tenga sus propias actividades además de las que se tienen como pareja. El hacer todo juntos, podría funcionar para algunas parejas, pero la mayoría se siente más cómoda teniendo momentos de convivencia en conjunto, y momentos de espacio personal. Si tu pareja te pide realizar actividades solo, no significa que haya dejado de quererte, y es importante que se logre ver como algo normal. Sobre todo cuando se vive en conjunto.
El vivir bajo el mismo techo también es ocasión para que se presenten aquellos “pequeños detalles”, que finalmente corresponden a un periodo de adaptación. Detalles como, de qué lado de la cama les gusta dormir, el programa de televisión que prefieren ver, los hábitos en torno a la alimentación, qué tipo de cosas comprar en el súper, qué cortinas comprar, etc. En este caso, y en realidad la base de la relación en sí, es poder comunicar al otro su deseo y llegar a un acuerdo con el que ambos se sientan cómodos. El ceder puede ser bueno en momentos en los que no se sienta como una renuncia o una resignación, sino como un proceso adaptativo. Y siendo así el caso, es importante que ambas partes estén dispuestas a hacerlo.
Vivir en pareja nunca es fácil, sin embargo sí se presenta como una excelente oportunidad de conocer a la persona que amamos en otro nivel. El tener ciertas diferencias es normal, pero, ¡la clave está en la comunicación!
Lic. Celina Villarreal